Recuerdo que era una tarde machadiana… de esas que a mí me gustan vivir saboreándolas poco a poco… poco a poco… hasta quedarme sólo con la propia sustancia de la tarde. Era una tarde de un día cualquiera en un campo de fúbol-sala de Madrid.
Sólo necesité a un compañero que supiese jugar al fútbol. Y apareció Higueras el del Santa Engracia.
– !Hola Diesel!. !Te sirvo yo!.
– Precisamente eres el que estaba necesitando.
El equipo de Machón se creían invencibles… pero aquella tarde no estaba el árbitro Sancho Ochaíta para ayudarles. Aquél era el partido de la verdad. Todos los demás no habían sido más que trampas…
!Llegó la hora de la Verdad!.
– Higueras… !sitúate por la banda izquierda que te voy a servir yo los pases de balón desde el centro del campo!. !El resto que se limiten a cumplir simplemente!.
– !Perfecto!. !Me gusta la banda izquierda!.
Fue tan estrepitosa la goleada que le hicimpos encajar a Machón y compañía que pasó a formar parte de las leyendas populares madrileñas. El resto de mi equipo sólo eran tres compañeros valientes nada más. Pero la Técnica la manejaba Higueras y yo manejaba la Estrategia. Los tres restantes manejaron la Táctica.
Las mocitas madrileñas todavía lo recuerdan por la calle de Alcalá. Y en las tertulias de las humildes tascas de Lavapiés, Vallecas, Hortaleza, San Blas, La Latina, Canillas y Canillejas… entre otras bariadas humildes… corre desde entonces la noticia entre vaso de vino y vaso de vino.
Fue cierto. Fue verdad. Fue sinceridad. Sancho Ochaíta no estaba aquel dia… y por eso fue un partido limpio y de “fair play” como dicen en Londonderry…