Marcos ha decidido cambiar de vida…
Hoy todo va a cambiar…
Se dirige lentamente hacia la puerta esta mañana, ya no quiere una marcha atrás…
Por primera vez desde que vive en este edificio sube las escaleras, lo hace despacio, pero decidido, por primera vez en mucho tiempo no duda, al menos hoy no…
Llega a la azotea, se coloca al borde y se queda quieto, sin miedo por primera vez. Pasan los minutos, un vecino sube. Se coloca a su lado, a un paso de caer. Marcos cierra los ojos, y cuando los abre…, está rodeado de gente, una fila de lado a lado del edificio, todos al borde del precipicio, en silencio…
Parece que el tiempo se detiene, no tiene miedo, y no está sólo…
Después de unos minutos, todos vuelven a sus casas y continúan su día, Marcos también. Ni al borde del precipicio ha estado sólo, aunque lo parecía…
Marcos ha decidido cambiar de vida…
Hoy todo va a cambiar…
El Marcos de tu relato viene a ser como el canto de una esperanza oculta que de pronto se abre ante nuestros gozos. Sí a la vida. Sí a tu lindo relato.
La decisión de Marcos es profundamente valiente. Me cae bien ese persoanje que se hace vida en el mismo momento crucial en que determina serlo. Un abrazo, Noelia. Ojalá ese Marcos de tu relato encuentre todo lo que busca más allá de los abismos. Y es que la soledad absoluta, si abrimos bien los ojos, nunca existe. Siempre hay alguna compañía que buscar y siempre hay alguna compañía que encontramos cuando buscamos…
si es curioso, rodeados de tanta gente y a la vez solos