Me Acordé el otro día, caminaba por una calle llena de gentes que también caminaban. De vez en cuando soplaba el viento desde cualquier lado.
Me acerco a la joven de la panadería. La saludo, converso con ella. Me dice que está contenta porque pronto se casa con él.
Salgo a la calle, pues ella esta ocupada vendiendo pan, me despido y sigo caminando. De fondo el murmullo de ciudad.
Llego al semáforo de ahí enfrente, una luz roja me obliga a parar, pero el corazón desobedece y sigue bombeando. ¡Una luz verde…! reanudo mi camino a ninguna parte especial.
Llego a un paseo con árboles a ambos lados…. Por allí una mujer mayor en bicicleta, y más allá una pareja comiendo helado.
A este lado de aquí, una zona para juegos infantiles llena de criaturas divirtiéndose, aunque sea llorando porque otra niña se adelanta o corre más.
Llego al rincón de más adelante donde hay un pequeño jardín propiedad de unas cuantas cotorras verdes, agradecidas con nadie en concreto, y con el universo en general.
En este atardecer, vuelvo a escuchar al mirlo cantar otra vez, y recuerdo al ornitólogo que decía
“El mirlo: el tenor de los bosques “
Dando gracias a nadie en concreto, y al universo en general.