Me dolían las falanges de tanto darle a las cifras para cuadrar aquella vida de absurdos hombres sin serlo y absurdas niñas que lo eran. Absurdo. Me dolían las falanges de tanto vivir entre absurdos. Un villano de la Villa acosando y llevándose a las niñas a los moteles de las carreteras donde la finalidad era detener el reloj de las puras esencias infantiles.
Me dolían las falanges de tantos absurdos entre los que yo vivía mientras cuadraba las cifras y ajustaba las cuentas a más de un donjuanesco chulesco metido a “celestino”. Aguantando a tantos “giles” que se las daban de marqueses, a un “Pajarito” piándolas con los ojos desorbitados, a un “Guaperas” (Narciso de los espejos del retrete) que se ufanaba de ser tocador de mujeres y otros tantos parásitos del amor que solo eran polluelos dentro del cesto de las gallinas.
Y ella pasando… pasando… pasando olímpicamente del “señor” de la Villa, del “Guapete de Cara” metido a tocador de mujeres, del “Pajarito” con el pico abierto y del “papanatas” que confundía al tenis con el ballet de los payasos
mientras se hacía el vivo Vivas “peloteando” al absurdo y despótico jefe de las cuentas corrientes (por no decir cuentas vulgares). Y ella dicendo: “Hola Este”. !Al Este estaba Irán Eory! Y el “Pajarito” con el pico abierto como cazando moscas… y el “Guapete de Cara” haciendo el Narciso en el espejo del retrete… y el niño de la Villa corriéndose de lado a lado hasta llegar a Zaragoza o más allá… y el Pájaro Bobo haciendo de chivato a toda aquella cuadrilla de chivos.
A mí me seguían doliendo las falanges de tanto soportar absurdos donjuanes salidos de un comic de historietas como para partirse de risa de todos ellos. Pero yo no… yo no era de esos… y a mí me seguían doliendo las falanges de tanto cuadrar cifras en aquella vida absurda de hombres sin serlo y de niñss que sí lo eran. Palomas volando hacia no sé qué lugar de las veletas del tiempo junto a la Casa de Campo.
Y ella pasando del “Pajarito”, del “Guapete de Cara”, del “señor de la Villa”, del “Papanatas” y hasta del Pájaro Bobo. Y yo volviendo a seguir mi ruta porque ella me había tocado el corazón.