Con suaves golpes llamé a su puerta. Apareció pronto en el umbral. Un tibio beso fue su saludo, mientras penetraba al interior de su casa. Sus labios nuevamente se acercaron a los míos, mientras mis manos se aferraban a su cuello, apretándolo no se por cuanto tiempo. Hasta que cayó a mis pies. Sin vida. Yo le había mentido. No la había perdonado.
JOB354
!Menos mal que era mentira!.
Qué forma mas sutil y rápida de matarla .