¿Alguna vez has sentido que la soledad es tu única compañera?

¿No? Que suerte.

¿Si? Bienvenid@ al club.

Por supuesto, no me refiero a la soledad que sientes cuando no hay nadie alrededor. Esa es fácil de controlar. Incluso es bienvenida en ocasiones.

Hablo de esa maldita soledad que sientes cuando despiertas en la madrugada después de tener una pesadilla, y aun habiendo gente en tu casa, no puedes contarle a nadie porque nadie te va a comprender.

Esa maldita soledad que sientes incluso cuando estas rodeado de gente que conoces y que al ver sus rostros, es como fueran unos perfectos desconocidos.

De esa maldita soledad que te hace desear gritar con la ilusión de que tus gritos la ahuyenten.

Esa maldita soledad que hace que a veces, sin darte, cuenta, salgan lágrimas de tus ojos.

Me refiero a esa maldita soledad que hace que cualquier triunfo, cualquier meta que hayas alcanzado, no valga nada.

Y hablo de esa maldita soledad que te manifiesta su origen cuando ves a alguna pareja que va de la mano, irradiando felicidad.

Que te hace desear que los parta un rayo. Y de inmediato te das cuenta de que les tienes envidia. Que, en realidad, deseas que el rayo te caiga a ti a ver si así esa maldita soledad se larga a desquiciar a alguien mas.

Si, mi amig@. Hablo de esa maldita soledad.

Esa maldita soledad que no puedes ahogar en alcohol porque la desgraciada sabe nadar muy bien.

De la que no puedes librarte ni largándote al lugar mas lejano del mundo porque la desgraciada se da el lujo de acompañarte a donde vayas.

Y que sabes que ni siquiera dándote un balazo lograras deshacerte de ella, porque esta tan a gusto contigo que te seguirá a la próxima vida. O al infierno. O a donde sea que te vayas cuando abandones este mundo. Además, no quieres darle el gusto de que te vea derrotado.

Sin embargo, tu sabes bien que es lo único que la puede alejar.

Es una persona.

Una persona que tu sabes quien es al momento de ver su rostro por primera vez, y que el solo saber que existe te hace sentir mejor.

Esa persona se convierte primero en lo mas importante en tu vida. Y como efecto secundario, hacer que te des cuenta de lo importante que eres tu mism@.

Pero también es una persona que podría tener miedo de la amargura que irradias por culpa de esa maldita soledad. Eso puede alejarla para siempre, dándole mas fuerza a esa maldita soledad.

Al mismo tiempo, esa persona es la única fuerza capaz de neutralizar tu amargura, tu odio hacia todo, tu desprecio hacia la gente. Esa persona es la luz al final del túnel. Es esa estrella que ves cuando estas en el fondo del abismo, y te hace desear con toda tu alma poder alcanzarla.

Es la persona que deseas que este ahí por la noche, antes de dormir, y que sea su rostro lo primero que veas al despertar al día siguiente. La persona que, con solo ver una foto suya, te pone de buen humor.

Pero esa maldita soledad no te quiere dejar ir. Esta muy bien a tu lado. Se fortalece con cada tropiezo tuyo. Y eso hace que esa persona se aleje cada día mas de ti.

Sabes perfectamente que tu tienes la fuerza necesaria para combatir a esa maldita soledad. Pero no la suficiente para derrotarla. Necesitas a esa persona para ayudarte a encontrar la fuerza en ti.

Necesitas a esa persona para darte animo y valor, y que en equipo, esa maldita soledad pueda ser vencida. No se ira. Estará siempre ahí, esperando la menor oportunidad para instalarse dentro de tu alma otra vez. Pero mientras esa persona este a tu lado, esa maldita soledad tendrá que dejarte en paz y buscarse otro pasatiempo.

Necesitas a esa persona para aprender, o en su caso recordar, lo que es estar vivo. En cierto modo, necesitas a esa persona por una razón algo egoísta. Te gusta ser quien eres cuando estas con esa persona. Y te gusta ser quien eres cuando estas con esa persona, porque sabes que a esa persona le gusta que seas así. Y a ti te gusta complacer a esa persona. Después de todo, esa persona es tu razón principal para vivir. Sin esa persona, no vale la pena estar aquí.

Y quien sabe. Hasta es posible que esa persona necesite de tu ayuda para combatir también a esa maldita soledad.

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Buscando en unos disquetes de 3 /12 (si, aun tengo discos de esos y si, aun tengo el hardware para leerlos) me encontré unos textos que escribí en 1999 y que creía perdidos para siempre. Este es uno. O mas bien, un remix, apto para toda la familia. El texto original, (casi) tal como lo escribí esta en el blog:

http://juandelachingada.wordpress.com