¡Bingo! Ha ganado el Zorro, el tío francés con apellido de enfermedad de House. Francia ha elegido. Resuena la risa de Aznar y sus dientes blancos se tiñen de tinto. La mano dura ahora es puño que aprieta, que se agarra al sillón y sueña con Luis XV. El Zorro sabe como entrar en el gallinero: ha entrado. Mamá gallina llora su despecho sobre chaneles y botones relleno de la más fina tela del partido. El Zorro presiente el lujo de Francia. Los reyes bordan sus coronas sobre la piel de sus jardineros. Me importa lo suficiente como para no pensarlo. Hay quienes necesitan la sonrisa del Zorro, su egolatría, su deseo de poder para seguir comprando el pan de cada día. En los suburbios de París resuenan los últimos coletazos de Malasaña. El pueblo olvidado, el que rellena los bordes de la geografía parisina, teme al Zorro. Dios ha vuelto a implantar la ley marcial del espíritu. Aznar farfulla después de tirarse una botellita al coleto: Allons enfantsss de las patries….¡Que pa eso hace lo que se le pone en los cataplines! Zorros al fin y al rabo.