Y estoy aquí, disponiéndome a partir a otros confines de esta vida llamada experiencia; mirando dentro de ella, de la ánfora recóndita de las emociones, por ver si existe algo más que una fugaz línea de luz y de tinieblas. Estoy aquí, mirando dentro de ella, para vislumbrar secretos a la perennidad: “… se sentía una fresca brisa de aires marineros en torno a todo aquel paraje palaciego donde los bosques suntuosos, repletos de coníferas, rodeaban la mansión en que ella descansaba sus horas pensando…”