Creatividad en la calle. Lúkacs escribió: “No lo saben, pero lo hacen”. Efectivamente no saben escribir por ejemplo, sobre un sol pintado en un mural algo como simplemente “Tú”. Algo tan elemental para el amor. Pero para ellos el espacio público es una nausea que se vomitan hacia ellos mismos. Yo puedo escribir, como si de un grafitero fuera: “Sal que te quiero azúcar”. Algo tan elemental también para el amor. Y en las paredes blancas de mi alma (por que jamás mancharía la pared blanca del patio de mi vecino) algo así como un grafiti colgado en el aire: “Blanca vida para amarla”. Algo tan fundamentalmente, también, para el amor. Pero ¿qué saben del amor los grafiteros que se limitan a pintar “Juan por Rosi” o “Rosi por Alberto”… que son maneras de psicología callejera simplemente infantil nada más?.
Para entender la Creatividad en la calle es necesario ser universal y no limitarse a vivir debajo de las sombras de lo suburbano de un barrio cualquiera. No. Mis grafitis de la pantalla de la computadora salen a la calle en plena luz del Sol (“Por la Existencia Vivo”, “Doy sólo lo que soy” o “Soy solo mi yo”) que, al llegar la noche se convierten en “Vivo por la Existencia”, “Lo que doy es sólo yo” y “Mi yo siempre eres Luna”). Simplemente como ejemplos relativos nada más.
Porque lo absoluto de la psicología de las calles está en el viento que mueve las hojas, en las hojas de un cuaderno que alguien dejó olvidado sobre la barra de un bar, en las hojas de las puertas que se abren y se cierran para recibir a los amigos y a las amigas, en las hojas de las cuchillas de afeitar que se oxidan con el tiempo, en las hojas de la espada que se doblan por la muerte, en las hojas de la guadañas de los campesinos que se quedaron abandonadas cuando tuvieron que emigrar a esas calles de la gran ciudad, en las hojas del calendario que sigue avanzando en el lento caminar de los segundos… pero no… no es psicología callejera el underground nocturno de las pintadas con sprays en las blancas paredes de los patios de los vecinos.
Yo puedo inventarme un grafiti que diga “Silver Tip Boy” que en español es “Muchacho de Punta de Plata” bajo la luz plateada de la Luna mientras sólo soy un muchacho en la punta del extremo de la cuerda que dirige Dios desde las alturas. Y mirar las calles urbanitas para escribir en mi mente: “Miro pero comprendo”. Y es que la verdadera psicología de las calles no es el underground sino comprender a la prostituta de la esquina que han garabateado los del underground con una palabra obscena referida a su oficio, comprender al mendigo que pide comida sentado contra la pared ensuciada por los del underground con una palabra de desprecio a su pobreza, comprender al niño abandonado que llora junto al cierre metálico de los grandes almacenes donde ha perdido su rumbo mientras los del underground han escrito una palabra burlándose de su necesidad. Yo, en cambio puedo escribir el siguiente grafiti dentro del corazón de ellos: “te regalo una flor, una sonrisa y un poco de compañía”. Eso sí, para mí, amiga Francesca, la verdadera creatividad de la calle es la aprendida del ejemplo que me da mi camino que es el mismo que camina Jesucristo.
Yo nunca seré como tu Eltono porque mi tono es mucho más suave y silencioso. Mi tono pertenece a la verdadera creatividad de la calle cuando escribo con mi voz: “Te llamo a la Luz”. La técnica que dice Eltono que desarrolló es la técnica del agravio a la verdadera filosofía urbanita. Quedaos muuriendo con Gyorgy Lúkacs en las tierras subterráneas que yo escribo mis grafitis en las superficies visibles y por eso puedo escribir en mi pantalla de la computadora: “Parece que la vida existe”. Si Eltono puso manchas en las paredes yo no pongo nunca manchas a mi corazón que es donde escribo, en realidad, estos grafitis que traslado a la pantalla de la computadora para que se lea en el universo de las mentes de mis lectores: “Tú existes porque yo existo”, “Somos dos pero nunca tres” y “A veces hasta sobrevivo”…
No sé si alguien habrá comprendido esta mi forma de entender la psicología de la creatividad de la calle, pero en cualquiera de todas ellas por las que pasé, dejé un jirón de frases envueltas en las nubes de la esperanza. Y, sin embargo, ya ves, amiga Francesca, tus ídolos del underground no tuvieron nunca ninguna esperanza más que manchar paredes, muros, tapias y alguna que otra puerta metálica de algún humilde propietario de una tienda de ultramarinos que sólo tiene ganas de alejarse… para no tener que gritar justicia… y ya ves, amiga Francesca, hasta de la justicia puedo escribir el siguiente grafiti: “Eres la que no existes”… ¿Sabes ya lo que es mi psicología de la creatividad de la calle?. No está publicada en lujosos tomos, a todo color, de la Editorial Blume, pero me sobra la oportunidad de poder escribir: “Publico en mi corazón y el tuyo”. Quizás de tanto querer saber lo que es la psicologia del arte undeground hayas perdido el norte… pero insisto otra vez más, y con esto me despido, que tengo mi propia brújula entre mis manos: Dios me la ha regalado.
Diesel el graffiti es mucho más que unos cuantos rayones en las paredes de “Pepe está colado por Pepa”. Un buen graffiti puede ser una verdadera obra de arte, puede hacer menos aburrida un trozo de ciudad, de éstas negras, sucias, industriales. Otra cosa son las pintadas irrespetuosas de gente que no tienen nada mejor que hacer que poner sus nombres con letras torcidas. Sé que cuando dices “graffiti” quieres hablar de esas escrituras en las paredes de las calles, pero, por favor, no uses ese término para los rayones que ensucian las paredes. No tienen nada que ver.