Del campo la atmósfera envolvente
en la vidriera del alma imprime embrujo
y una alegre algarabía de alas con pupilas
recoge versos acrinados de frescura
en la pausada hora de la celeste calma.
Un mecer de instantes renacidos
en la orgía de las plantas hace cuna.
En este estar presente de las cosas
el corazón se añora de vivires claros
y es grande el ensueño que se embarga
en lo flotante del viento en el camino.
A ti te ofrezco un hablar de magias
envueltas en el ditirambo de lo glauco
y con un amor repartido por la tierra.
Yo siempre estaré en tu mundo vivo
con el sentir de pasos curando el tiempo
y en este marchar e ir hacia el destino
habré de plantar semillas en tu templo
de estrofas luminadas con deseos breves
formando séquito con los nimbos de oro
del sol tendido entre mis manos.
Yo entro en el anhelo de tu temblor
rendido en los pasos del excelso mundo
con la lucha de renacer todo el recuerdo
del sueño velado en la esquina blanca,
allí donde la cárdena fantasía se enamora
de los lirios inquietantes y las fuentes
se abren remansadas en las rimas de los versos.
Queremos estar siempre cerca de las personas amadas, y nos las arreglaremos para que así siga siendo pase lo que pase.
Explícame, porfa, lo de los “versos acrinados”. ¿Tiene algo que ver con las crines?
Un abrazo Diesel, precioso y entrañable poema.
Efectivamente, Carlota, he escrito “versos acrinados de frescura2 para enlazarlo (pensando en las crines ligeras y sueltas al aire) con “alas con pupilas” y “lo flotante del viento en el camino”. Gracias por ser tan buena observadora, amiga del alma… un abrazote vorémico…