Nuestra casa, nuestro verdadero hogar, es, sencillamente, nuestra propia vida; pero una vida entendida como escuela, como historia, como memoria personal e intransferible que se desarrolla a través de nuestras razones íntimas para vivir y ser conscientes de ello. Nuestra casa, nuestro verdadero hogar, es, sencillamente, la acumulación de temporales sobrevivencias físicas y psíquicas, la recuperación continua de nuestro caminar silencioso, ese caminar que va acumulando partículas de experiencias positivas y negativas; una especie de enfrentaminto con los hechos cotidianos de nuestro existir sabiendo que somos contemporaneidad extrapolada de una rueda intrahistórica que gira alrededor de nosotros mismos haciéndonos perceptores analíticos de todo lo que creemos que es sintomático de nuestro propio conflicto humano.
Nunca las cosas son iguales en las cambiantes singladuras de nuestro periplo vital; hay parámetros que nos hacen evolucionar, en algunos momentos específicamente determinados, desde un punto de partida X a un punto de llegada Y. Y juzgamos nuestras vivencias de acuerdo con esos puntos X e Y que no son iguales a los puntos de partida y llegada de los demás seres vivos, humanos o no humanos. Por eso, nuestra casa, nuestro verdadero hogar, es, sencillamente, nosotros mismos como seres unívocos enfrentados a nosotros mismos como seres equívocos.
Somos una bipolaridad binaria entre lo que somos y lo que no somos, entre lo que somos y lo que dejamos de ser. Siempre estamos haciendo una doble elección de asunciones y renunciaciones en todo momento y los elementos que asumimos son, por decirlo de alguna manera no compleja, los materiales con los que vamos construyendo nuestra personalidad que es, en definitiva, nuestro verdadero hogar.
De acuerdo con que existen innumerables circunstancias de influijo externo a nosotros mismos que nos coadyuvan y nos condicionan en parte a elegir o determinar algunos caminares rechazando otros (de ahí lo que somos y lo que dejamos de ser continuamente) pero, primordialmente, construímos nuestra vida desde el interior de nosotros mismos. La problemática esencial es que tenemos que entablar continua batalla para confirmar nuestra personalidad y enfrentarla/confrontarla con lo ajeno a nosotros. Es entonces cuando, en realidad, podemos determinar qué clase de casa, de verdadero hogar, es aquella en la cual vive nuestro ser.