Me han sacudido las hojas, me han dejado las hojas mareadas, desamparadas. Esta mañana por las tempraneras albas, con palos han llegado y buenos azotes me han dado.
Canturreaba la gente palo a palo. De vez en cuando bota de Vino, que bien viene, para quitar la sed según dicen.
Con mis hermanos, allí en medio. Que dolor, bien fuerte me han sacudido las hojas.
Nuestras amadas criaturas, desapegadas a la fuerza, nos han arrebatado. Nos han separado golpe a golpe. Nuestras amadas criaturas son llevabas para ser aplastadas,tortutadas, con sus lágrimas embotelladas. Y sus bocas cerradas con etiquetas, al comercio más o menos justo serán llevabas. Y me han sacudido las hojas.
Mientras los golpes del cielo bajaban, fuertes manos los palos sujetaban, jugaban y nos zarandeaban. Nuestras criaturas caían a la tierra invadida por sacos blancos. Nuestras criaturas han sido condenadas, nos las han arrebatado. El día de mercado ha llegado, y nuestras lágrimas verdosas, embotelladas, allí las han secuestrado, allí las han dejado.
Nos han dejado abandonados en medio de la tierra ambicionada y codiciada. Nuestro dolor se han dejado, nuestro dolor han reprimido, nuestras criaturas han machacado y con sus lágrimas embotelladas la vida nos han arrebatado.
Y mientras tanto, nos han sacudido las hojas, me han dejado las hojas aturdidas y mareadas.
Así es la vida para muchos seres humanos. Nos han vareado algunas veces… pero seguiimos en pie produciendo nuevos frutos. Me gustó el ejemplo de las aceitunas para expresar esos momentos de la vida en que nos zarandean sin compasión.