En este caluroso agosto que es tan caluroso y “augusto” (además de lento) como los agostos de otros años pasado, estamos hablando mucho de metales, nobles metales “redondos” conquistados por atletas “cuadrados”. Bueno. No es que sea fundamental para nuestras vidas pero siempre es más agradable hacer protagonistas del verano a Rafael Nadal (El Demoledor de las Pistas Blancas) o a Michale Phelps (El Neptuno Pez Sobrehumano) que hacer protagonistas a George Bush jr (con todo lo jr que sea) o a Osama Bin Laden (a pesar de su exagerado turbante).
Porque la diferencia que existe entre el deporte y la guerra (una de las muchas que hay para ser más exactos) es que en el deporte las reglas de juego las ponen jueces y árbitros antes de celebrarse las batallas mientras que en las guerras las reglas de juego las ponen los vencedores (que siempre son los más violentos) después de haber librado las batallas.
En las botellas de agua mineral que bebemos ansiosamente para combatir la sed este verano aparecen una líneas blancas que no se ven apenas. Son las líneas que han formado los vaivenes del Año Olímpico y las observamos ilusionadamente porque todos tenemos el sueño de conquistar algún metal “redondo” enquistado en alguna parte de nuestro corazón.
Los Juegos Olímpicos que celebran los atletas se convoerten, este mes de agosto de 2008, en Olympic Lives para las personas que ya no tienen miedo a la derrota. Alguno corren como “bicis”. Otros andan como lágrimas desconsoladas. Pero todos estamos este agosto bailando un “reggeaton” no hacia adelante sino hacia arriba; porque no es que queramos llegar (demasiado esfuerzo para llegar) sino que sobre todo todos queremos tocar (todos nos merecemos el tocar un poco la gloria humana),