Me he asomado a la verja
del viejo parque desierto:
todo parece sumido
en un nostálgico sueño.
Sobre la oscura arboleda
en el transparente cielo
de la tarde, tiembla y brilla
el diamantino lucero.
Y del fondo de la sombra
llega, acompasado, el eco,
de algún agua que suspira
al darle una gota un beso
…Mis ojos pierdo, soñando,
en el vaho del sendero:
una flor que se moría,
ya se ha quedado sin pétalos;
de una rama amarillenta,
del aire trémulo y fresco,
una pálida hoja mustia,
dando vueltas, cae al suelo.
…Ramas y hojas se han movido,
no sé qué turba el misterio:
de lo espero de la umbría,
como una nube de incienso,
surge una rosa fantástica,
cuyo suavísimo cuerpo
se adivina, eterno y solo,
tras mate y flotante velo.
Sus ojos clava en los míos,
y, entre las brumas huyendo,
se pierde, callada y triste,
en el irse del sendero…
Desde el profundo boscaje,
llega, monótono, el eco
de algún agua que responde,
al darle una gota un beso.
Y allá sobre las magnolias,
en el translúcido cielo
de la tarde, brilla y tiembla
una lágrima lucero.
… El jardín vuelve a sumirse
en melancólico sueño,
y un ruiseñor, dulce y alto,
gime en el hondo cielo.