Aquí sólo, recluído entre paredes, posters.
Escucho los pasos de la anciana de arriba
y los gritos constantes de la pareja de al lado.
Aquí vivo, sin saber nada de las farolas,
esperando la noche para ponerme la chupa
y respirar adoquines de barrios alejados.
Cada pared es un lado del mundo.
Esquinas de una tierra que me ha sido dada.
Entre mis libros juego a ser feliz.
Música para alimentar mi corazón.
Y un cuaderno de escuela para escribir poemas.
A vosotras, paredes madres; vinculadas a mis actos,
vigilantes testigos de mis sueños y mis mañanas.
Paredes de blanco gotelé esclavas del mal gusto.
Nunca he querido clavar clavos en vosotras.
Basta mi dolor. Os prefiero presentes, no víctimas.
Hermosas paredes, gracias por cobijarme.