Pasaba por allí
una paloma blanca.
Estaba la tarde oscura
en tu jardín de albahacas.
Olía la casa a pienso
mientras la fuente mojaba
al berro fresco e inmenso
en medio de la alcazaba.
El verso subía al cielo
y a la nube la alcanzaba
y entre algodones de hielo
de nuevo al suelo bajaba.
Era una tarde oscura
mientras alguien desclavaba
los clavos de Jesucristo
que sólo miraba y callaba.