Hay un mundo que se ve a través de la ventana totalmente diferente al nuestro, ojos que ven un mundo de fantasías reales e irreales, un mundo al alcance de quien quiera, y si la puerta se cierra dejas de oír, de escuchar y el camino se hace recto pero, hay tantos modos de caminar…
En ese mundo, existen formas que aquí jamás las podría haber, hechas para cada capricho de la mente y totalmente rebeldes con la razón.
Puedes andar, saltar, correr y volar sobre barreras frías de la realidad. Allá no hay tiempo, no hay relojes marcando las horas porque el final lo marcas tú.
Y de la verdad quizás quede poco, quizás nada sea serio, quizás la madurez quede rendida bajo sabanas que nada escuchan en el recorrido de la noche.
Y más allá de esta montaña que son mis ojos, un todo se abre y se mezcla con lo poco que pareció ser cierto.
Pero son demasiado suaves la voces que te invitan a ir, demasiado tímidas y precavidas y hay que saber escuchar más con corazón que con los oídos.
Entonces manos de ángeles te alcanzan y te llevan al hogar de la ventura, de los pensamientos blancos y del nuevo día.