Hoy voy a hablar de las pequeñas grandes cosas, que “milagrosamente” se pueden percibir en una ciudad como Madrid, a salido el sol y con el infinidad de ancianos a tomarlo y observar, muchos de ellos con una sonrisa en los labios, los que no solo tienes que mirarles y dedicarles tu sonrisa, verás como brota como una cascada cantarina, había una anciana sentada en un banco con su bastón apoyaba la barbilla, observaba las palomas, pero estaba mirando mucho mas allá, sus ojos transmitían tristeza y alegría a la vez, al fin pura sabiduría, pero sus labios sonreían, me ha hecho sentir un escalofrío agradable, que esto ocurra en esta ciudad de obras y ruidos perennes no deja de ser un milagro, hay millones de milagros solo tenemos que ser mas pausados y observarlos y sentirlos, un besazo voremistas,