Podrá acaso mi pobreza,
vaciar mi corazón,
llenármelo de tretas,
y hacerme perder la razón.
Más no temo su mirada,
pues aun conservo el orgullo,
no es una farsa imitada,
es el temor al olvido.
Arderá en mi sus cenizas,
coserá en mi sus palabras,
vivirán en mi sus palizas,
más no me tiembla aun el habla.
Seré cautivo en sus raíces,
quizás no pueda moverme,
pensaré en lo que hice,
y haré cuando quiera cogerme.
Pobreza que acompaña mi vida,
tu que fatigas mi dolor,
no urges mas en la herida,
de tu incansable dolor.
Ve con paso vacilante,
no te descuides, pobreza,
que yo sigo vigilante,
y me rindo a tu destreza.
F.J.D.