¿Por qué no podemos, por un momento, sentarnos para sentirnos?. Nadie nos lo puede impedir. Sólo consiste en dejar nosotros de correr para dejar correr nuestros sentimientos. Volvernos conciencia por sólo un instante de la eternidad de un minuto y hacer de ese instante una constante donde poder sentirnos presencia y esencia en todo nuestro propio ser. ¿Por qué no?. ¿Por qué no podemos vernos y entrevernos sintiéndonos algo más que una extraña circunstancia y poder así añadir a nuestro ser el primer afijo de nuestro respiro y el último sufijo de nuestro suspiro para convertir nuestro complicado sentir en un simple sentimiento?. Sí. Todo cabe en un por qué…
En el por qué de todas nuestras existencias siempre cabe el segundo de la inspiración divina; ese segundo que nos transforma y nos convierte en nuevos seres humanos, con nuevos ideales, con nuevas metas, con nuevos sueños, con nuevos milagros transformadores hasta volver a ser quienes somos en realidad. ¿Por qué no?. ¿Por qué no creer en esos milagros diarios que tanto rechazan quienes no tienen ni fe en si mismos ni fe en un Dios Todopoderoso?. Yo afirmo rotundamente que sí, que las tranformaciones son hechos reales, ciertos y verídicos y que, más allá de las conspicuas dudas de los indecisos, existen esos milagros que nos hacen renacer de nuevo, ser hombres y mujeres nuevos, ser seres humanos, simplemente seres humanos, con fe en que las montañas se pueden mover y los mares se pueden abrir para pasar al otro lado de la Vida; a ese lado en donde renacemos limpiamente, siendo, nuevamente, los jóvenes que, en realidad, siempre hemos sido.
¿Por qué no?. ¿Por qué hay tantos incrédulos e incrédulas que dejan de existir sin ver la luz de ese milagro transformador?. No. Yo no puedo seguir la corriente de la mayoría porque la mayoría se equivoca multitud de veces. ¿Por qué no?. ¿Por qué no seguir esa pequeña pero grande senda que nos conduce al Sueño, al Gran Sueño, que existe dentro de los corazones y las almas de los que tenemos depositada fe ciega para no ver lo demás, fe sorda para no escuchar a los demás, fe intocable para no tocar a lo demás… fe en nosotros mismos, en nuestras mujeres que nos dijeron sí en un momento de sus vidas y en ese Jesucristo Redentor que transforma a las gentes en personas y, después, a las personas en verdaderos seres humanos.
¿Por qué no?. Nadie puede negar esta evidencia. Cuánto más nos cierren los caminos nuevos, más grandes caminos se abren para nosotros. ¿Po qué no?. ¿Por qué no creer en esos milagros de la vida si milagros muchos más grandes ha hecho Jesucristo?. Que se queden varados y varadas quienes no deseen seguir en el Camino… nosotros y nosotras no somos iguales… nosotros y nosotras no somos de Kerouac sino de Jesucristo. Dos caminos tan opuestos que jamás tendrán un sólo punto de contacto entre sí. El camino de Kerouac termina en una vida sin salida más que la Muerte. El Camino de Jesucristo empieza en un milagro verdadero y no tiene jamás un final.
¿Por qué no se creen tantos conspicuos de la filosofía simplemente humana que hay una filosofía que proviene directamente de Dios y que está escrita en las nubes blancas, en las plantas verdes, en los pájaros libres y en los seres humanos que un día dejamos de ser gente para convertirnos en persona y otro día dejamos de ser persona para convertirnos en ser humano?.
¿Por qué no?.