Tomo prestado el título de la magnífica novela de Ernest Hemingway para despedirme de ti, que te has ido hacia el Silencio Profundo sin habernos podido conocer.
Quizás hasta es posible que nos hayamos cruzado muchas veces por las mismas calles o que hayamos estado tomando café en la misma taza del mismo bar al que íbamos sin conocernos tú y yo. O quizás no. Pero no importa eso ahora.
Seas hombre o seas mujer ya no estás aquí para poder, por fin., conocernos…. y el Tiempo ahora nos distancia eternamente para no encontrarnos jamás. O quizás también existe la posibilidad de que en algún punto del infinito “más allá” podamos encontrarnos y comencemos a conocernos tú y yo.
De momento lo único real y verdadero es que por ti están doblando las campanas. Y lo cierto y real es que estuviste presente en este sueño que es la vida y que nunca nos pudimos cruzar palabras entre tú y yo.
Nunca supe de tus pensamientos ni de tus sentimientos al igual que tú nunca supiste de los míos. Quizás fuésemos muy parecidos o quizás fuésemos totalmente diferentes… pero las campanas doblan por tu despedida de este círculo abierto que es la existencia humana y yo te estoy escribiendo esta relfexión a ti.
Pudimos haber tenido la ocasión de participar del mismo sueño vital y hasta es poisble que soñaras lo mismo que yo sigo soñando o quizás tus sueños fueron hasta opuestos a los míos. Lo único real y verdadero, ahora, es que exististe en algún lugar concreto muy cercano al mío o completamente lejano. Pero viviste. y eso es lo importante y por eso doblan las campanas para despedirte.
Por eso te escribo esta reflexión a ti, ser humano (hombre o mujer de cualquier edad) totalmente desconocido por mi. Te dedico esta reflexión, a ti, en este mismo segundo en que te vas y yo escribo.
(Dedicado a quien haya muerto en este mismo segundo en que escribo esta reflexión).
Las campanas han terminado de doblar…
Despedirse de alguien que no conocemos… Un escrito lleno de ternura y sensibilidad.
Un saludo