. Mira lo que he encontrado de cuando nos estábamos intentando conocer (allá por el 2004), un escrito que me invitaste a plasmar en una hojita que llevo en la cartera:
” Si me vas poniendo etiquetas, no sabré manejarlas,
trátame con libertad, y déjame ser”
…mmm…
. Tú querías
que yo fuera aquella chica
que estabas convencido
de que existía.
Me colocabas etiquetas
(¡muy bonitas!)
que no eran del todo mías.
Me interpretabas tierna,
buena,
inocente,
inteligente,
abierta…
yo por aquel entonces no me conocía mucho
(aunque sé que tú a ti tampoco)
y, muchas de las cosas
que tú pensabas de mí,
yo las reconocía como mías
o las quería buscar en mí,
porque necesitaba que me quisieras
aunque sólo fuera por lo que imaginabas
y no por lo que conocías.
Pero yo no llegaba a sentirme
feliz contigo.
Me costaba
ser lo suficientemente consciente
como para explicártelo
sin sentirme culpable por ello.
Recuerdo perfectamente las cosas que te hacían feliz.
Y las recuerdo porque sentía que tú,
al “valorarme” de aquella forma,
merecías recibir algo de mi parte,
un INTERÉS que anhelabas.
Un interés por eso
que querías enseñar
a aquella inocente niña.
Supongo que tú también necesitabas
que yo te quisiera
y para eso enseñabas
todo lo que podías de ti.
Cada uno lo buscaba a su modo
tú mostrándome cómo eras
yo haciéndote feliz
dándote lo que tu actitud pedía:
interés.
Un interés que yo SÍ descubrí
me BENEFICIABA culturalmente,
porque conocí y aprendí
muchas cosas contigo.
De lo que no era tan consciente es
de que había algo
que no dejaba que yo
fuera exactamente yo,
que me expresara con libertad.
La que se expresaba era
la persona que a ti te hacía feliz.
Hoy por hoy
ninguno de los dos
tenemos un contacto relevante
más allá del “ya hablaremos”
o el “ya quedaremos”.
Pero todavía me queda una espinita clavada.
Y sin ánimo de hacerte sentir mal,
sino más bien de pensar en mí
y de quitármela pese lo que pese,
porque simplemente me parece justo,
real
verdad…
y porque no me das oportunidad
a decírtelo en persona
te la voy a contar:
Alberto,
yo quise conocerte
en la medida en la que
quería que tú
me hicieras también feliz a mí
y creo recordar que
CONSEGUÍ hacerte feliz.
Sólo espero que recuerdes
que me involucré,
que vi todo
lo que yo SABÍA que tú querías que viera,
una música,
unos locales,
un barrio,
unos amigos,
una casa,
unas películas,
una vida solitaria,
una cultura basada en lo que ya está hecho,
una fortaleza sin más comeduras de cabeza.
Pero…
tú no leíste todo
lo que yo NECESITABA que leyeras,
y te pedía a gritos,
(aunque sé que lo intentaste)
unos amigos,
una familia,
una casa,
unos libros,
una vida solitaria,
una cultura basada en una vida entera,
llena de sentimientos,
estudiados uno tras otro,
y asociados uno detrás de otro,
EL AMOR…
Alberto,
no busco que te sientas culpable,
sino que entiendas que
preferiría que de mí te quedara
el conociemiento de que
el amor no es algo que le toca a uno por azar.
El amor es un arte,
(como muy bien dice Erich Fromm),
es un arte que hay que aprender,
por tu bien, por el mío,
por el de la gente que te rodea y te quiere,
un arte a estudiar
por el que merece la pena poner INTERÉS,
como cualquier otra ciencia,
algo que quizás fuera
o siga siendo desconocido para ti.
Puede que por miedo
a darte cuenta de que
está más claro
de lo que parece
y requiere más esfuerzo
del que creemos,
de que amar es
conocerse para poder amarse
es saber amarse
para saber amar
(como alguna vez te habré dicho
sin que me entiendas del todo)
Espero que no me veas
cerrada en mis ideas cuando te muestro ahora
que no me interesa algo de lo que me informas
con demasiado entusiasmo,
porque quizás yo también necesito entusiasmo
y sólo eligo
no dar más de mí para hacerte feliz a ti
y para que me pongas etiquetas
que bastante se alejan
de lo que verdaderamente es
la Marianela que
a lo mejor, por desgracia,
ya nunca puedas
llegar a conocer.
Realmente incontestable.
Contundente del todo, como sólo tú sabes ser.
Me encanta tu capacidad de expresión, casi la envidio.
Un abrazo.
Es justo, Marianela, estremcer los sentimientos con el estrecimiento hondo de las palabras convertidas en revelaciones de entusiasmo real. El mayor Interés de todo lo que podemos conocer de una Persona es saber que es una Personma con mayúsculas. Y tú lo eres…