Años duros del tardofranquismo. Muy cerca de la Transición a la Democracia. Años duros del Banco Hispano Americano de Madrid. Años en que era mejor sonreír o partirse a carcajadas ante los ímprobos esfuerzos de “El Jotaele” por amargarme la existencia cosa que, jamás, lo conseguía. ¿Era o no era “El Jotaele” un cerdo como decía “El Loren”? Yo me limito a saber lo que ví, lo que escuché en directo y lo que me contaron como realidad. “El Jotaele”, paleto ignorante a más no poder (puesto que tenía que contar con los dedos el día en que nos encotrábamos cara a cara para que no me olvides ni tan siquiera un momento), había ascendido, no sé ni cómo ni mucho menos por qué (aunque me lo supongo) de simple ordenanza a despótico jefezucho del Negociado de Transferencias a donde fui yo a parar (en una de mis inolvidables aventuras bancarias) después de salir de la mili.
No entendía yo cómo era posible que Jotaele hubiese pasado, de la noche más oscurantista de los tiempos franquistas al alba de la transición posfranquista, de simple oredennaza a jefezucho de Transferencias sin pasar por los respectivos exámenes correspondienmtes. Siempre achaqué ese ascenso a que tenía Carnet de la Falange Auténtica y a que era seguidor del Movimiento (supongo que con carnet de afiliado también al Sindicato Vertical de los fachas). Pero mira por donde llego “El Barce” y fue procalamando públicametne que, además de eso, es que había “prestado” a su esposa. Lo dijo “El Barce” y no yo. Yo ya era un buen observador de las realidades inauditas de la Oficina Principal de Madrid y me limito a recoger lo que “El Barce” contó con visos de realidad. Si fue realidad po no fue realidad los del “préstamo” de la cónyuge, sólo Dios y los encausados lo deben saber.
Ahora bien, para “El Jotaele” todos éramos iguales (según decía con su labia mentirosa que era como para aprtirse de ris aporque no le engañaba ni al más inocente de los recién llegados al Banco) ptoque resulta que, cuando llevó a “La Celi” a mi lado (¡y qué bien me lo pasé yo aquellos días con “La Celi” a mi lado!) casi con lágrimas de cocodrilo en sus ojillos de “ratón pardusco” le pidió perdón pòr ponerla allí. ¡Y eso que según él eramos todos iguales! A “La Celi” no le importó sino que se alegró cuando la mandaron a Cartonera (Servicio de Información Interna para que se enter “La Carmencita” de que yo no las engañé) y, debido a eso, el envidioso de “El Jotaele” que, para más inri era envidioso además de todo lo demás, puso en su luggar a “La Peque” la cual lloró a moco tendido diciendo que qué había hecho ella para ir a Cartonera., “El Jotaele” (que según decía mientiendo más que un cosaco lleno de vodka barata porque hasta para beber tragos era baratero y pesetero el menda) la volvió a su ougar. ¿Éramos o no éramos todos iguales para él?.
Claro que, como yo era representante oficial de mis compis y mis compas pues descubrí otra “guarrería” de las mcuhas que hacía. Consist´´ia enque, diciendo que las vacaciones iban a ser repartidas por los “grupitos” de trabajo anual (porque trabajábamos en “grupitos”) el tiparraco, al lñlegar la hora de la verdad, descomponían los “grupitos” y los hacía de manera que favoreciese a sus “viejas y enchufadas señroronas decimonónicas” de faldas hasta los tobillos (que en vidian a las jovencitas yeyés y de minifalda) y aus “mariconcitos” preferidos. ¡Ver para creer pero fue cierto y por eso lo hice pñublico ante todos ya que yo era represetnante elegido en las urnas pero con ejercicio de mis funciones al lado de los trabjadores y codo a codo con ellos. Por eso, en la Caballero de Gracia (y partece gracios pero fue cierto) “El Lore”, cansado de que “El Jotaele” le llamara homsexual le llmaó magro de cerdo y me entró la risa. Además “La Chica” le dijo al “Chus” (sobrino de “el Jotaele” que era tan cabrón como su tío). Cosa que yo no dije sino que me la con tó “El Andy” y lo confirmó “La Chica” personalmente.
¿Quién era el cerdo?. Sobran las demostraciones auqneu había muchas más… pero a mí sólo me entraba la rosa con “El Onda” como fiel compañero.
Mi abuela materna: !Jajajajaja! ¡Saluda de mi parte al “Onda” porque era buena onda.
Por supuesto que “El Onda” era buena onda. Nos pasamos unos cuántos años partiéndonos de risa mientras yo aprendía cosas tales, con él, de saber quien decía la tontería más grande. Le tocó a Luis Pérez. De esta manera “El Onda” y yo pasábamos las mañana trabajando más que las hormigas de la soldadesca de los hormigueros pero cantábamos lo de “será una rosa será un clavel el mmes de mayo te lo diré” al “Jotaele” al cual le castañeteaban las meninges cuando nos veía juntos a “El Onda” y yo.
Mi abuela materna: ¿Le patinaban las meninges al “Jotaele”?
Hasta extremos insospechables, abuelita. Con decirte que no podía ver a “El Loren” ni en pintura… auqnue el que dijo lo que dijo fue “El Barce” y… bueno… pues que en Cartonera hasta dimos un “golpe de estado” y todo… y fundamos la República Independiente de Cartonera… con bandera y todo… y “El Jotaele” ya no podía ni con “El Onda” ni conmigo. De verdad que era buena onda “El Onda”.
Mi abuela materna: ¡Ondia!.
No he dicho ondia, abuelita, sino onda.
Mi abuela materna: ¡Pero odo!.
Es cierto, abuelita, que “El Jotaele” nos tenía “odo” (digo odio) a “El Onda” y a mí porque pasábamos de todos menos de las chavalas muy guapas. Pues eso. De lo demás que oí, vi y escuché no tengo yo la culpa.