“Quizá nos lleve el viento al infinito” es el título de una novela del escritor ferrolano Gonzalo Torrente Ballester (muerto en la Salamanca de 1999). Un título que me hace pensar en este tránsito temporal que es nuestra estadía por la vida. Qizá sea posible (como dijo el célebre autor de “La Saga Fuga de J/B”) que el viento nos lleve a ese infinito que presumimos que existe más allá de la muerte.
Al preguntarnos qué sentido final tienen nuestras vivencias, siempre nos encontramos con un corazón detenido (ya sin si sintomático tictac latente), sustituído por unos ojos que ya no ven y una boca que ya no dice más palabras salvo las que el viento haya dejado incólumes en nuestros libros de vida.
¿Qué es la vida en definitiva?. Muchos piensan que un ligero paseo temporal que quedará únicamente recogido y expresado en el atlas humanístico de nuestra singular historia. Sí. Porque cada ser humano hombre o mujer es una historia propia e imposible de ser intercambiable. Todos somos como ima ligera espìta, una llave diminuta que abre suavemente la caja de cristal de nuestras sorpresas.
Presencia temporal que, más allá de nuesstro paso por acá y nuestras historia diaria, quizá el viento nos lo alojará en el infinito de lo posthumano; allí se reunirán todas las vivencias para conformarse/confirmarse en un solo mapa caleidoscópico: la historia de todos los seres que, palpitando, hicieron girar a la rueda de la noria de la vida. Será cuando el momento humano haya desaparecido (si es que no nos convertimos en eternos pudiendo salir de esta Tierra antes de que explote) cuando, como escribió Gonzalo Torrente Ballester, nos lleve el viento al infinito.