Rafael

Rafael, gerente de una prestigiosa empresa de envasado y elaboración de café, cerró el maletín, cogió el abrigo y, después de apagar la luz de su despacho, se despidió de la secretaria hasta el lunes.

La semana había sido dura-pensó-mientras abría la puerta de su coche, un todo terreno de color gris plateado. Después de acomodarse puso el motor en marcha y el automóvil rodó perezoso hasta la salida de la fábrica. Luego, al enfilar la carretera, ganó velocidad y se perdió en la noche camino de la ciudad.

Al llegar a una curva cerrada, los faros de un camión que asomó a toda velocidad le deslumbraron. Dio un volantazo tratando de evitar el coche frontal y perdió el control. El todo terreno se salió de la carretera y, después de rodar por una suave, pero pronunciada pendiente, volcó.

En el hospital, donde le atendieron, le apreciaron fractura de tibia y peroné de la pierna derecha y un fuerte golpe en la cabeza. Después de cinco días en observación le mandaron a casa con la condición de que guardara reposo hasta que, dentro de tres meses, le quitaran la escayola.

Vivía en una urbanización cerca de la ciudad y, al principio, estas vacaciones forzosas le hicieron ilusión. Pasaría el día en casa, sentado en el salón, frente a la chimenea encendida, con la pierna escayolada sobre un puf, leyendo. Era una de sus aficiones favoritas y, ahora que no tenía otra alternativa, pensaba disfrutar con tranquilidad de los libros que había ido comprando y amontonando, en espera de que el trabajo en la fábrica le dejara algún tiempo libre.

Dos meses después, los había leído prácticamente todos. Por eso, cuando el médico le recomendó que empezara a dar pequeños paseos, para que la pierna rota no se descalcificara ni perdiera masa muscular, por falta de ejercicio, se alegró. ¡Ya tenía ganas!-pensó- tanto tiempo inactivo…La verdad es que se encontraba bien; solo aquel dolor de cabeza que, de vez en cuando le martilleaba las sienes y que sin duda era producto del accidente, y sobre todo…¡Bah!, serán imaginaciones mías.

Aquella mañana, después de desayunar con su mujer y sus hijos como siempre, vio como Elena montaba a los críos en el coche. Los llevaría al colegio, y después iría al Instituto, donde daba clase como profesora de Geografía e Historia. Los despidió desde la puerta y entró en casa….

Fue a la cocina, recogió las tazas del desayuno y, después de fregarlas y ponerlas a escurrir, miró la fecha en el almanaque,..Catorce de febrero de mil novecientos noventa y seis… Cerró la puerta de la cocina y apoyándose en el bastón, se fue derecho al salón. Cogió un libre, se sentó junto al fuego y cerró los ojos.. Volvía el dolor de cabeza.

Aunque no había dicho nada a su mujer, la verdad es que estaba preocupado. No por el dolor en sí, que era fácilmente soportable, sino por las sensaciones tan extrañas que venían después….

La primera vez que le ocurrió, hacía apenas dos semanas, estaba sentado donde ahora y creyó que era un sueño. Había estado leyendo, y al calor de la lumbre, se quedó adormilado. Le despertaron aquellos pinchazos en las sienes y, oyó voces…

Tal vez fuera en la calle, -pensó-quizás el jardinero. Se asomó a la ventana y no vio a nadie …
Luego, el salón empezó a llenarse de gente… Su mujer, sus hijos, amigos…Pasaban, conversaban, incluso se vio a sí mismo…Era como asistir a la proyección de una película con escenas de la vida diaria de la casa. Muchas de las secuencias las había reconocido al instante.

-Oye, Juanito-Era helena que hablaba con su hijo pequeño-, no te dejes los juguetes por medio, que después tengo yo que recogerlos…
-Ya voy, mamá.
-Jorge, apaga la televisión, por favor, y ven a la cocina que vamos a cenar-Esta vez era el mismo, Rafael, quien pedía a su hijo mayor que apagara la tele y se sentara a la mesa….

No salía de su asombro. Se frotó los ojos para comprobar que no soñaba y se dio cuenta que estaba despierto cuando el libro que tenía sobre las rodillas cayó al suelo y tuvo que agacharse para recogerlo.. Luego, de la misma forma que habían aparecido, las imágines desaparecieron…, y cesó el dolor de cabeza.

Antes de ayer-recordaba-fue mientras paseaba por la parcela. Acababan de marcharse su mujer y sus hijos. Les despidió desde la puerta de la casa, como siempre, y decidió andar un poco. Al llegar a los jardines de rosas, junto a la fuente, sintió un pinchazo en la sien y volvió la cabeza… Su mujer-que por cierto estaba preciosa-, vestida de “trapillo”, con una escoba metálica amontonaba las hojas caídas de los árboles. Las imágenes eran reales y debían de ser de cuatro o cinco años atrás…, de cuando no tenían jardinero.

Andando despacio, se acercó y le habló, pero ella no le contestó. Incluso intentó tocarla, pero no pudo, era como tratar de agarrar con las manos el aire.

Después entro en casa. La cabeza le dolía más fuerte que de costumbre y por poco pisa a su hijo Juan, que en el suelo, jugaba con un cochecito de bomberos. El chiquillo ni le miró y siguió a lo suyo.

-¡Buuuuuuuuuuu,… fuego, llegan los bomberos!

Fue hasta la cocina y vio a su hijo mayor sentado a la mesa, haciendo los deberes del colegio, mientras Elena preparaba unas empanadillas en la freidora y, de vez en cuando, volvía la cabeza explicándole algo al crío…

-No, Jorge…, para sumar números quebrados…
-Oye, Elena, ¿Puedes oírme?
-Pero mamá, si el profesor nos ha dicho…
-Que no, Jorge, le habrás entendido mal…

-¡¡¡¡Elena!!!,¡¡¡Jorge!!!. Nada, no pueden oírme, ni verme….

Y de pronto, cesó el dolor de cabeza y las imágenes se difuminaron.

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Había pensado mucho sobre ello y tenía la cabeza hecha un lío. ¿Cómo es posible?-se preguntaba- Las imágenes son reales.., un poco desteñidas de color, pero reales…, y las había de todas las épocas…Reuniones con amigos que habían venido a casa a cenar…, luego habían hablado, reído, jugado al “trivial”… Incluso al pasar a su dormitorio, en una ocasión, se había ruborizado al verse a si mismo, haciendo el amor con su mujer….

Algunas imágenes correspondían a personajes y épocas que desconocía. Debían ser de antiguos dueños de aquellos terrenos, cuando ni siquiera estaban urbanizados, ni mucho menos construidos. Había visto a un hombre, que sin duda era hortelano, recogiendo melones justo donde él tenía el garaje….
Ahora le dolía fuerte la cabeza…, el salón empezó a llenarse de gente…¡Era el momento!. Se había propuesto que cuando esto ocurriera llevaría a cabo un experimento.

Cogió el mando a distancia de la televisión y sintonizó un canal…-y empezó a reír- Ja, Ja, esto es… por lo menos de los años sesenta….

Estuvo haciendo zapping un buen rato y tan pronto reía como se quedaba serio…

Cada vez que cambiaba de canal hacía una fotografía de la pantalla…, y así estuvo hasta que se le terminó el carrete…

Luego se levantó del sillón y, apoyado en el bastón, echó a andar, recorriendo la casa. Le dolía fuerte la cabeza. En el salón, se encontró con su mujer y sus hijos.. En la cocina estaba también su mujer… hablaba con una amiga… Pasó al dormitorio de sus hijos y se vio a si mismo con el termómetro en la mano… el chiquillo estaba encendido como la grana…¡Cuarenta menos dos, decía Elena, a su lado, preocupada.., vamos a preparar la bañera y a darle un baño de agua templada…

Salió a la puerta de la calle. La parcela parecía una feria, gente cosechando hortalizas.., el mismo podando los árboles, su mujer pintando las rejas de las ventanas del salón..

Dos hombres con trajes brillantes pasaron a su lado, discutiendo cordialmente…

La cabeza parecía que le iba a explotar y sintió que se mareaba.. Se le doblaron las piernas y cayó al suelo. Se quedó tendido boca arriba mirando el cielo.

Tumbado como estaba, creyó ver a su alrededor seres luminosos y resplandecientes que flotan en el aire y peleaban ferozmente contra un enemigo que él, aunque lo intentaba, no conseguía ver…

No podía distinguir sus caras, pasaban a su lado a velocidad de vértigo..¡Cuidado!-les gritó, porque parecía que iban a estrellarse contra las paredes del salón…, pero desaparecían engullidos por el muro de hormigón de la casa, para volver a aparecer después…
No sabía por qué, pero tenía la sensación de que el mundo se acababa…, que se moría…y se desmayó.

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Despertó en la cama del Hospital, frente a un gran ventanal…

Reconoció la voz de su mujer que, de espaldas , en un rincón de la habitación, hablaba en voz baja con el médico…

-Mire usted, señora, lo de su marido ha sido a consecuencia del accidente… ,Un desvanecimiento, pero nada importante. Ya ha visto la cantidad de pruebas que le hemos hecho en los quince días que lleva aquí.., y las radiografías de cabeza, y el TAC, demuestran que no tiene nada…

-¿Entonces, doctor?

-Nada, en cuanto despierte…. Unos días de recuperación y a casa.¡Ah!, y por supuesto a trabajar, que lo fundamental es que se distraiga.

Rafa abrió los ojos despacito…, como con miedo.

-¿Elena?
-¡Ya ha despertado!. ¿Cómo estás, cariño?
-Bien.., muy bien.
Su mujer se acercó y le besó.

Desde la puerta, el médico insistió – Nada, nada, Rafael, en cuatro o cinco días en casa-y salió .

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No fueron cinco, sino doce días los que aún pasó en el Hospital.

Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue llamar a Luis, un amigo aficionado a la fotografía que tenía un estudio propio, anunciándole que esa misma tarde iría a verle para que revelara el carrete.

Volvió a casa con las fotografías, las escondió en un libro de la estantería y esperó a que su mujer se fuera a dormir. Luego, cautelosamente, cogió el libro y a oscuras se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta. Encendió la luz, y las miró una por una….

-Con que, de dónde había sacado esta porquería de fotos ¿eh Luis?-dijo en voz baja recordando las palabras de su amigo- mientras miraba, una y otra vez con la lupa, aquella en la que aparecía un presentador de televisión, vestido muy raro y detrás de él un globo terráqueo cuadrado.

-¡Con que del año 3000, ¿eh Luis?- y volviéndose hacia atrás, en voz muy baja- ¿Tú que opinas Miguel?…
-Que está equivocado en la fecha… , dijo el hombre alto y moreno, con cara de ángel, que estaba sentado en el pico de la bañera. Tú mismo puedes ver la fecha que aparece en la foto…, debajo de la pantalla de televisión…

-Entonces..¿Ocurrirá de verdad?
-Bueno, sonrió con tristeza mientras movía afirmativamente la cabeza- A mi no me mires, lo hicisteis vosotros solitos…

Rafael, recordó las palabras del presentador que, vestido de manera rara, parecía, desde la foto, dar una vez mas la noticia….

“Después de que el hombre destruyera la Tierra, cumpliéndose así la profecía Bíblica…, un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra han sido hechos…..Ahora-hizo énfasis el presentador- Dios gobierna.”

©isidromartínezpalazón. Febrero 1996.
http://www.isidromartinez.com/

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