Rodéate de esperanzas.
Al igual que te sumerges en tus pensamientos
en tus sueños llenos de temor
envolviéndote en un halo de soledad y llanto
intenta vivir agradables sensaciones,
rodéate de felicidad.
Si no la ves, quítate ese velo
que tú misma te colocas cada mañana al levantarte,
ese mismo que te impide ver
todo lo que a tu alrededor reluce.
Siente el arrullo de la mañana,
el frescor del agua en tu momento íntimo del aseo diario
huele el aroma de las risas de tus hijas.
Todo tiene su encanto,
solo has de robárselo a esos momentos
que se suceden en tu día a día.
….:)Un beso!