Deliciosa y temerosa la rosa es… A través del espinoso camino a recorrer hasta llegar a lo más profundo de su ser. Quisiera ser rosa a veces… produciendo siempre en los demás ese estupor descatalogado de sabor intenso y olor penetrante… que me vean y sonrían… que me huelan y se sientan agusto con la vida.
Quisiera ser rosa… para morir silenciosamente, ya bien sea por esas pequeñas gotas de rocío precoces al amanecer o poco a poco ajada por la estrella más preciada por el ser humano, el Sol.
No seas impertinente, rosa, rosa pura… sólo sé tú.
Es cierto. Si la Rosa, supongamos que es una mujer llamada Rosa, fuese ella no tendría que haber soportado tanta impertinencia de Fernando… pero es que hay Rosas, como otra también bien concida por mí que es tan impertinente que no se fijó en Pepe y lo dijo. Menos mal que su impertinencia me evitó decirle que No como un NO de No gigantesco. Mejor. Así me impidió ser imertinente. Así es la vida, a veces, de ciertas rosas “rosaes”… pero hay otras que son como rosas rojas y esas sí… esas sí que son valiosas…