Hay algunas personas que afirman que hubo un escritor, llamado Sacher Masoch, que escribió novelas sadomasoquistas antes que Sade. Esto es un error. Es cierto que hubo un escritor austriaco llamado Leopold von Sacher-Masoch (de cuyo apellido Masoch deriva el vocablo masoquismo lo mismo que de Sade deriva sadismo), que escribió la saga “El legado de Caín” (de mala calidad salvo su mejor parte que es “La Venus de las pieles”) pero este escritor nació en Lemberg (Galitzia polaco autriaca) en 1836 y murió en Lindheilm (Hesse alemán) en 1895, por lo cual fue posterior a Sade que vivió desde 1740 hasta 1814. Cuando Masoch nació ya había muerto Sade, luego éste es anterior y no al revés.
Puede ser, sin embargo, que como dicen otros investigadores, existan textos de literatura sadomasoquista anteriores al Marqués de Sade. Alkgunos afirman que hay documentos escritos, en este sentido, por Gilles de Laval, barón de Rais (más conocido como Barba Azul) que vivió entre 1404 y 1440 y que estando profundamente enamorado de Juana de Arco (la heroína conocida como La Doncella de Orleans que fue santificada en 1920) se trastornó mentalmente al verla morir en la hoguera de la Inquisición y cometió actos de sadismo con más de 200 púberes a los que asesinaba después de torturarlos físicamente.
También se dice que hay documentos sadomasoquistas escritos por Alfonso I, duque de Braganza, que vivió de 1370 a 1461 y que fue hijo del rey portugués Juan I el Grande. Lo mismo sucede con la creencia en textos ocultos de Ludovico Ariosto (1474-1533) relativos a la vida depravada de Lucrecia Borgia y su hermano César; y hay algunas resonancias sadomasoquistas en ciertos pasajes del “Ragionamiento” de Pietro Baci El Aretino (1462-1556).
Puestos a buscar las raíces más antiguas de esta especial literatura habría que llegar hasta Arquíloco de Paros, en la Antigua Grecia (712-664 a.C.) quien compuso un sádico poema a su ex enamorada Nebuloé. ¿Y qué decir de la Roma Imperial?. Se sabe que hubo un poeta llamado Propercio (47-15 a. C.) que sufrió tales sadismos físicos y psíquicos por parte de su enamorada Cintia que los dejó reflejados en algunos de sus versos. Y el gran Ovidio (43 a.C.-18 d.C) publicó un “Arte de amar” que escandalizó tanto a Roma que fue declarado corruptor de la juventud y expulsado de la ciudad por Augusto murió exiliado en Rimania. Por último, Petronio se abría continuamente las venas para deleite propio y de sus amigos y fue abriéndose las venas de la forma en que en una ocasió acusado de atentar contra el emperador la forma en que murió. (dicen que Petronio dejó escritas estas experiencias).
Hay quienes afirman que existen textos de esta literatura escritos por la turca Kosem, la madre del sultán otomano Murat IV (y esposa del sultán Ibrahim I) que regentó el Imperio Otomano de 1617 a 1623 (cuando su hijo tuvo edad para gobernar y antes de que la asesinase su nuera Turhan) que sabía perfectamente leer y escribir. También es importante citar la existencia de textos escritos por un oscuro monje alemán llamado Arcimboldi, que vivía en 1566, era sádico y de él tomó seudónimo un escritor alemán nazi, conocido como Benno von Arcimboldi, nacido en 1926, que tras la II Guerra Mundial se ocultó en Argentina. Como notación colateral señalemos que no se debe confundir al monje alemán Arcimboldi con el pintor milanés Giovanni Arcimboldi, que vivió en su misma época y trabajaba en Praga.
Tras la aparición del Marqués de Sade se descubren notas de sadomasoquismo en “Los castillos de Athling y Dubagne” (de la escritora inglesa Ann Radcliff, 1764-1823), en el relato “Max Havelaar” de Mutatoli (seudónimo del escritor holandés Eduard Dowwes Dekker, 1820-1887) y en el “Rocaverdin” del italiano Luigi Capuana (1839-1915).
Y, por supuesto, los surrealistas franceses (Breton, Crevel, Desnos, Artaud, Eluard, Péret, Aragon, Prévest y Quneau) escribieron esta clase de textos entre 1900 y 1976, anticipados por Apollinaire (18801919) y el ´”Ubú rey” de Alfred Jarry (una especie de sadismo escatológico).
Pero no sólo los surrealistas frances escriben sadomasoquismo sino que lo hacen también otros surrealistas europeos como el serbio Marko Ristic (1902-1984), y los suecos August Strindberg, 1849-1912) (en su “Infierno”, cuando ya estaba trastronado mentalmente) y Eyvind Johnsson (1946) que refleja desenfrenos masoquitas en su “Feliz Ulises”.
Se observan tintes sadomasoquistas en algunos novelistas rusos de fines del XIX como Fiodor Mijailovich Dostoievski (en “Recuerdos de la casa de los muertos”) y Alexei Nikolaievitch Tolstoi (en “El camino de los tormentos”) y debemos citar, también, a la norteamericana Anais Nin (nacida en Francia e hija del político español Andreu Nin) en “La seducción del minotauro” y el también norteamericnao William Burroughs en “El almuerzo desnudo”.
Ciertos aspectos colaterales de sadomasoquismo hay en los relatos de terror de “Historias extraoordinarias” del norteamericano Edgar Alan Poe, en “La casa de las siete torres” de William Hawthorne (E.Unidos) y el “Drácula” del rumano Bram Stoker. Tembién hay sadismo psicológico en “El evangelio según Jesucristo” del portugués José Saramago.
En cuanto a la literatura española, debido a las características socio religiosas de nuestro país por muchos siglos, es poco lo que hay. En la II República hay rastros en los cuentos del malagueño José Moreno Villa y en algunas fantasías del aragonés Benjamín Jarnés (Locura y muerte de Nadie) y sugerencias de sadismo metafísico en “La Venus mecánica” de José Díaz Fernández. Durante el franquismo hay que observar sadismo en los juegos infantiles de los personajes de las obras del barcelonés Juan Marsé y en algunas fantasías del lucense Alvaro Cunqueiro.
En lo referente a América Latina hay ejemplos de estos comportamientos patológicos en “Pubis angelical” del argentino Manuel Puig y en el ámbito de los cadetes del colegio militar que se presenta en “La ciudad y los perros” del peruano Mario Vargas LLosa, así como en La muerte de Artemio Cruz, del chileno Carlos Fuentes, en Juntacadáveres del uruguayo Juan Carlos Onetti y en Los vicios del mundo moderno, del chileno Nicanor Parra, entre otros muchos ejemplos…
En las últimas décadas hay escritores y escritoras que están desarrollando esta clase de literatura.
Esto podría ser una cronología básica de literatura sadomasoquista occidental (para hacerla mundial habría que investigar a fondo en las literaturas escritas orientales y árabes y en las literaturas orales africanas).
Saludos Diesel:
Creo que el marco se aplía con tu nueva aportación. Quisiera que reflexionaras sobre las raíces filogenéticas…las que forman parte de la estrucxtura natural de lo humano. Todo ser que se expresa desde contenidos “inconscientes”, emplea planteamientos que van desde el sado masoquismo, hasta la percepción más inquietante de la “tortura”. Este sí es un tema en el que se puede profundizar, porque el torturador utiliza, con libertad, los recursos nacidos de los estratos más profundos de la naturaleza de la psiqué. En cuanto al sado masoquismo en las culturas orientales, sobre todo las Asiáticas…tienes un filón, ya que existe un espíritu de conexión con la muerte y el dolor extremadamente rico en matices. Te propongo, que si ya das por zanjado el tema de Sade…¿Por qué no inicias/iniciamos otro sobre el escritor japonés MISHIMA? Mishima versus Sade….”mucho que decir”. Gracias.