Las promesas de la Ilustración fueron, al final, una alienación completa del mundo humano bajo dos pesos enormes: la técnica y el liberalismo económico. La modernidad, en la actualidad, no ha conseguido alcanzar las metas que tenían previstas los idealistas ilustrados que se habían formulado bajo los principios de la liberación objetiva del ser humano; por el contrario, hemos caído en la esclavitud real de la burocracia física y espiritual. Esto ya lo advirtió en su tiempo Foucault.
Foucault fue el pensador que más veces insistió en que la modernidad traía consigo el excesivo control de las personas en vez de su liberación. Vigilancias jerárquicas. Sanciones moralistas. Control en definitiva. Esto es lo que preveía Foucault cuando advertía que el mundo caminaba hacia una estandarización alienadora que iba a controlar nuestras facultades humanas.
También lo predecía Lipovatsky en su obra titulada “La era del vacío” en 1983. Estábamos ya, en aquel año, entrando en una sociedad hiperdisciplinaria (lo que se ha llamado posmodernidad). El imperio de lo efímero como esquema global. Las modas de lo efímero y banal. Al salir del mundo de las tradiciones y al exaltar sobremanera la vida del presente (carpe diem) nos apartábamos de las distinciones que tanto proclamaba Bordieu.
Ahora estamos en unas nuevas referencias de interminables espirales sobre la dialéctica social. Grupos dominantes remontando a la corriente de los clásicos roles sociales humanos. Hay muchas innovaciones diarias pero son puras modas pasajeras muy poco sólidas como para darnos personalidad propia sustentada en los valores colectivos. Simplemente están desapareciendo dichos valores. Las modas actuales son el motor de la mentalidad occidental y en nuestras conciencias aparecen las unicidades de los seres… pero alienadas al dilema del consumo continuo. Eso son las modas del posmodernismo.
Es el reinado de los sistemáticamente efímero y pasajero. Así, la libertad personal ha caído en el círculo vicioso de la frivolidad de las modas y la autonomía del ser humano se aplica exclusivamente a la explotación intensiva del mundo materialista, a la apariencia social en vez de la consolidación personal.
Hablando en figuraciones mitológicas, el dios marino Proteo (que había recibido de su padre Poseidón el don de cambiar de forma según su voluntad y el de predecir el porvenir sólo cuando se le obligaba a ello) y el héroe Prometeo (personaje de la raza de los titanes, iniciador de la primera civilización humana cuando robó a los dioses el fuego sagrado y se lo entregó a los hombres) provienen del mismo tronco y, juntos a través de la aventura humana posterior, han hecho acto de presencia en una posmodernidad occidental emepeñada en hacer extensiva a todo el planeta la lógica irracional de las modas en todo el conjunto social (seducción hedonista, renovación permanente y continua, diferenciaciones marginales, etc.).
Hoy es la época de la moda consumida a través de la burocracia y la democracia sometidas ambas a lo meramente transitorio, a lo meramente seductor, a lo superificial y trivial que nos imponen los medios de comunicación de masas.
Con la entronización de la lógica de la moda en todo el cuerpo social entramos, desde la últimas décadas, en la posmodernidad. Por eso es necesario ugentemente comenzar a personalizarnos a través de la cultura progresiva y la nueva toma de conciencia social. Debemos ir desligándonos de la dinámica de la individualización insolidaria y egoísta para alcanzar de nuevo una identidad humana propia de cara al futuro.
La era del vacío existencial debe dar paso a otra forma de convivientes humanos. Debemos volver a recuperar los espacios dialécticos para llegar a una mayor y mejor comprensión entre los individuos que formamos la posmodernidad.
No se trata de negar a ésta sino de reorientarla hacia un sentido coherente con la autonomía propia y, a la vez, con la vida comunitaria. Lo importante es entender que la lógica del individualismo materialista produce abulia social y alienación de la voluntad de los hombres y mujeres de la Tierra.
Podemos aceptar o rechazar este nuevo reto transformador (depende de ello cómo actúen las nuevas generaciones de jóvenes en Occidente), pero es necesario pedir responsabilidad de cara al futuro; porque hoy predomina, en todo Occidente, el hedonismo posmoderno a toda escala. Una doctrina que hace del placer momentáneo (y sólo momentáneo) un principio absoluto para nuestras vidas. Es necesario, por eso, saber que ese hedonismo posmodernista es desarticulador e irresponsable. Por eso se han destruido familias enteras y valores de comunicación interpersonal y por eso es necesario recuperar muchos de esos valores si no queremos vernos abocados a un futuro apocalíptico con resultado de catástrofe final
Creo que habrá nuevas generaciones que sabrán recuperar el verdadero sentido humano de liberación responsable para alejarnos de las paradojas existentes en nuestra actual sociedad que está tremendamente alienada por el consumismo materialista y la esclavitud de las modas.