Alguien ha propuesto divididirnos en dos grupos diferentes. Juan no está de acuerdo. Yo tampoco. Así que me ajusto a lo establecido por la Ruta Oficial publicada en el tablón de anuncios. He llegado el primero a la cita en la puerta del Hogar. Miro al cielo y es como si quiesiera empezar a llover. No importa. La lluvia no es un impedimento sino un acicate para los buenos marchadores. Lo nuestro solamente es caminar hacia las metas propuestas. Demostrarnos a nosotros mismos que estamos preparados para superar toda clase de pruebas meteorológicas. Esperemos que no caigan “chuzos de punta” mientra recuerdo a Chuzo, aquel portentoso centrocampitas del Atlético de Madrid que fue antecesor del famoso Ramiro. Enciendo un cigarrillo y pienso en mi Princesa deseando que le vaya muy bien en la entrevista con la Cónsul. Estoy tranquilo. Nos hemos juntado 9 personas (2 mujeres que abren la marcha y 7 hombres que seguimos lo que ellas van indicando) que no hacemos caso a la Ruta Oficial y creamos nuestras propias e improvisadas variantes.
¿Qué asuntos son los que hablamos cuando hacemos senderismo los del Hogar? Tras las primeras charlas de bienvenida y salutaciones varias, por lo del reconocimiento general, lo que hablamos los senderistas y las senderistas es un verdadero “popurrí”: decidir entre llanura o montaña, discusiones generalizadas sobre asuntos de por dónde ir, por dónde meternos, por dónde poder salir vivos, pequeños silbidos entonando alguna tonadilla, la petanca, ¿lloverá o no lloverá sobre los conejos?, el paso que llevan las mujeres, ¿dónde acaba el infinito?, problemas de cómo educar a los maleducados, cosas de excursiones variadas según el consumidor, el dichoso tema de las bicicletas, ¿es bueno que las mujeres ejerzan el liderazgo?, bodas de famosos y famosas, ¿cuántos cafés podemos tomar antes de salir de marcha y cuántos cafés podemos tomar después de la marcha?, el Real Madrid y el Atlético de Madrid olvidándonos del Barcelona, recuerdos de Sevilla, los guapos perritos que vemos por los senderos, el crimen de Astorga, encuentros y desencuentros con la juventud, lo del 25, y un largo etcétera más sin dejar de dar los buenos días a una guapísima morena que está sentada junto al río pensando quizás en algún poema de Federico García Lorca (“yo me la llevé al río creyendo que era mozuela”) y otro largo etcétera más.
Salimos 9 y volvemos 9. Hemos estado andando casi 2 horas a un ritmo muy rápido. Casi 9 kilómetros de resistencia beneficiados por el aire fresco de la mañana. Así que una vez llegados ya al Hogar me cuenta un amigo que por un lado se dice que a la diputada de Astorga la han asesinado cuando estaba comprando pasteles pero los periodistas han descubierto que a esa hora la pastelería siempre está cerrada. Y el Teatro que vimos ayer en el Hogar era una comedia de enredo cuyo argumento lo califico con un 7 pero la actuación de los actores y actrices fue extraordinaria. Mi amigo Juan me regala un marlboro. Ducha y retorno al Hogar tras la ingesta de algún que otro pimiento de piquío sin decir ni pío. Y es que la vida de los senderistas siempre es un eterno retorno… en silencio… o hablando de la niña de los peines… por ejemplo…