María se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Se había pasado toda la noche en vela puesto que había perdido la cartera donde llevaba el Documento Nacional de Identidad y el Pasaporte que le eran completamente necesarios para su anhelado viaje a Tailandia. Llevaba décadas soñando con el viaje y ahora debía darse prisa… pero mucha prisa… para sacarse un nuevo Documento Nacional de Identidad y un nuevo Pasaporte. Se tocó la cabeza. Le dolía terriblemente. Así que se levantó rápìdamente y se dirigió al lavabo.
Abrió el grifo del agua fría y metió la cabeza debajo del agua. Notó como si le pincharan con agujas en las sienes y poco a poco levanto la cabeza para mirarse el espejo…
!Horror!. !En el espejo aparecía su cuerpo y sus manos… pero no aparecía su cabeza!. Se la tocó. Era real. Se tocó el cabello, la nariz, las orejas, los labios, las cejas, los párpados de los ojos, los pómulos… ella podía tocar toda su cabeza pero no la veía en el espejo…
Nerviosa y muerta de ira se pintó y se peinó como pudo, a golpe de intuición… y salió rápidamente a la calle hacia un fotomatón para hacerse las fotografías para su Documento Nacinal de Identidad y su Pasaporte.
Encontró el fotomatón muy cerca de su casa. Entró en el cubículo, se sentó adecuadametne, cerró la cortinilla, echó las monedas precisas por la ranura y esperó unos segundos. Cuatros “flashes” continuados salieron de la cámara. Ahora sólo faltaba esperar cinco minutos para que las fotografías saliesen de la máquina.
Un poco nerviosa todavía, sacó un Marlboro y lo encendió convulsivamente. Comenzó a fumar con desesperación nerviosa hasta que por fín la tira de las fotografías salió por el tubo de la máquina. Las tomó en sus manos…
!Horror!. Aparecía su cuerpo pero su cabeza no. Asustada terriblemente ante aquella segunda ocasión en que no podía verse a sí misma preguntó a un transeunte si veía su cara. El transeúnte sóltó una risotada…
– ¿Qué pasa guapa?. ¿Estás con la resaca de anoche?. !Claro que te veo!. !Y eres un bombón!. !Qué lástima que seas psicópata!.
Fura de si misma se miró en el espejo de la zapatería… nada… veía su cuerpo pero no aprecía su cabeza…
Rápidamente entró en una tienda de un fotógrafo profesional y le pidió que le hiciera fotos para carnet y pasaporte. Así fue. El profesional hizo su labor. E instantánemente salieron las fotografías…
!Horror nuevamente!. Salía el cuerpo pero no la cabeza. El fotógrafo no sabía qué había podido ocurrir y le propuso hacerla otra toma, esta vez gratis, por si hubiera habido un fallo en la cámara. Nuevos nervios de María. Nuevas fotografías…
!Horror… horror… y horror… !. Salía perfectamente el cuerpo pero la cabeza no. Ante los lloros de María el fotógrafo le regaló las 16 fotografías, sin cobrarla un céntimo, pero dijo que no podía hacer nada más.
María entró en el edificio de la Policía Nacional con las 16 fotografías y explicó lo que le sucedía. Los policías se enfadaron con ella porque pensaban que les estaba gastando una broma pesada… pero ante los lloros y sollozos de María decidieron hacerla unas fotografías allí mismo, con una máquina propia de los policías.
!Otra vez el horror!. Salía el cuerpo pero no salía la cabeza de María. Todo era una confusión. Nadie sabía qué hacer. Ella necesitaba el D.N.I. y el Pasaporte urgentemente…
Después de mucho cavilar, al inspector jefe de la policía se le ocurrió llamar a un pintor famoso y éste pintó la cabeza de María en las fotografías. y todo quedó solucionado.
Ahora María está gozando de su viaje por Tailandia pero no puede ver su cabeza en las aguas de los estanques de los templos budistas, ni en los espejos de las tiendas de ropa de moda, ni en las cristaleras de las ventanas de los altos edificios, ni en el lavabo de los lujosos hoteles… ni tan siquiera en el pequeño espejo que siempre lleva en su bolso…