Aquí dentro. Desde las entrañas. Suena un rugido, está lleno de hambre. Su alimento llega, cesa el rugido, cesa el hambre. Con el alimento para el hambre llega la temporal y momentánea calma.
Hay un hambre que es sutil, es intangible. Se puede y no se puede tocar con los dedos de la mente.
A veces llora de pena, a veces casi siempre genera una sonrisa que sale afuera buscando alegrías que lo alimenten.
Hay un alimento que no se come. Carece de aroma, de textura, de color, de sabor. Es un alimento que alimenta de otra manera.
Es esencial. Es neutral. Es invisible. Es transparente. Es Ese. Más allá de todo eso.
No se puede, ni negar, ni afirmar. No le pertenece ni pregunta ni respuesta.
Yo siempre me hago una misma pregunta, colega, a cerca de eso de los sonidos: ¿de dónde provienen las trompetas del juicio final?. Un abrazo amistoso.