SOY UN SER HUMANO COMO TÚ

Mírame… pero mírame bien…
tengo otros ojos, tengo otra cara, tengo otro rostro
pero soy un ser humano como tú.
Que vive las mismas penas
y siente las mismas alegrías.

Tengo sueños idénticos a los tuyos.
El mismo sol que te calienta a ti
también de da sus rayos a mí.
Y la misma lluvia nos moja a los dos.

Tengo padre, hermanos e hijos como tú
y como tú salgo todos los días al trabajo
para tratar de alimentar a mi familia.

Viajamos en el mismo autobús.
Tomamos café en el mismo lugar.
Al llegar la noche
sentimos la misma angustia en nuestros corazones
y las mismas vibraciones laten en ti y en mí.

Pero, sobre todo, tú y yo junto a los demás
formamos parte de la única raza humana
que Dios situó en este Planeta.

Amigos y amigas que me leéis. Seguimos avanzando. Llamamos extranjeros a los hombres y mujeres que vienen a vivir a nuestro país, procedentes de otros lugares ajenos.

Hubo un tiempo histórico en que ser extranjero era considerado una alta distinción. Eran hombres y mujeres que viajaban a lejanas tierras en las que se les recibía como hermanos y hermanas, con los brazos abiertos, porque llevaban consigo conocimientos y vivencias muy interesantes para compartir.

Hubo un tiempo histórico en que los extranjeros y extranjeras se sentían bien acogidos en esas tierras ajenas u en ellas se compartía la vida de igual a igual; con una misma armonía y felicidad mutuas.

La historia de todos los grandes pueblos es cada vez más rica con la aportación de gentes extranjeras que aportan a esos pueblos conocimientos y avances tecnológicos. La entrada a un país de personajes extranjeros debe ser siempre bien venida.

La armonía debe regir la vida entre los nativos de un país y los extranjeros y extranjeras que les visitan debe ser de verdadera eficacia para todos. Debe llegar el tiempo en que hombres y mujeres lleguen a comprenderse mutuamente.

La base de esas vivencias deben ser la unidad y la armonía con base en el humanitarismo sentido de buen corazón. Los extranjeros y extranjeras comparten sus vivencias, sus creencias y sus propias expresiones vitales. Debe llegar el tiempo en que escucharles sea motivo de progreso. Los grandes pueblos están llenos de grandes ideas y algunas de ellas han sido creadas por hombres y mujeres que llegaron desde otros pueblos. Es así como llega el verdadero desarrollo de los países.

Fue a partir de las Guerras Mundiales y sobre todo a partir de las últimas décadas del fatídico siglo XX cuando la xenofobia surgió violentamente contra los extranjeros y extranjeras. Ellos y ellas, empujados por las carencias sociales, políticas y económicas, de sus países de origen, por la hambruna, por las guerras, por las necedades de sus gobernantes:.. han buscado otras naciones para cubrir sus necesidades de subsistencia como seres humanos. Buscan su vida fuera de sus patrias empujados por los poderosos déspotas que gobiernan sus patrias. Hoy en día hay muchos extranjeros y extranjeras que se lanzan a lo desconocido para subsistir y además aprender nuevos conocimientos culturales. Porque la cultura es básica para todos los seres humanos que desean progresar y desarrollarse como tales. Estamos obligados a compartir economía y cultura con ellos para no morir de indiferencia.

La Historia está llena de grandes naciones que incluso fueron creadas por hombres y mujeres llegados y llegadas de otras tierras y hasta de otros continentes. Ser extranjero, como dijo Jesucristo, debe ser una alta distinción en este mundo en que existe un lugar para todos.

No más destino hacia lo desconocido. Eso debe quedar como parte de la Historia pasada. Hoy en día y cara al futuro estamos obligados a no morir ni de hambre, ni de soledad, ni de ignorancia.

En esta actual pluralista población mundial debemos comenzar a construir la nueva civilización a partir de este siglo XXI. La masificación desordenada de los flujos migratorios han creado, por un lado, un beneficio para las rentas de las naciones, pero por otro lado, ha permitido erróneamente que llegasen unos pocos extranjeros y extranjeras que traían maldades. Esto ha acarreado ciertos sentimientos de rechazo donde se ha incluido a muchos y muchas inocentes.

Debemos organizar las entradas y salidas de extranjeros y extranjeras. Como dice el aforismo popular. “no todo es trigo limpio”… pero por culpa de unos pocos no deben pagar la mayoría. Ocurre lo mismo con los propios nativos y nativas de una nación cualquiera.

Es necesario que, una vez apartada la paja del grano, los extranjeros y extranjeras de buen corazón sean tratados de la misma manera que los nativos. Traen otras culturas para compartirlas no las nuestras. Son grupos étnicos diferentes pero no son razas distintas. Sólo existe una raza humana y, dentro de ella, existe la Bondad y existe la Maldad.

Hay cuestiones tan graves que debemos superar como son los miedos psicológicos a su manera de ser, hacia los fenómenos sociales diferentes, hacia otras culturas desconocidas o mal conocidas, a las cuales debemos llegar a comprender.

A partir de ese punto de vista xenófobo, en que al extranjero y a la extranjera se les califica como adversarios a los que hay que rechazar a toda costa se produce un fenómeno antihumano: la segregación en comunidades generalmente aisladas de los extranjeros y extranjeras que habitan en otros países diferentes a los nuestros. Al no existir adaptación i integración física y espiritual, hace que aparezcan brotes de violencia por amabas partes.

Al igual que el racismo y el egocentrismo, la xenofobia es una ideología de rechazo. Reaccionaria, despótica, antidemocrática y fascista que impide la verdadera paz y armonía entre nativos y extranjeros. No a las ideología extremistas. Yo diría incluso no a las ideologías y sí a las “idealogías” de la Libertad.

Es así cómo podemos hacer que desaparezcan la xenofobia, el racismo y el egocentrismo que van en prejuicio de lo que debe ser la verdadera historia humana. Hay que desterrar los prejuicios culturales y los prejuicios físicos y antinaturales. Debemos llegar a conseguir que sea total y obligatorio vivir sin prejuicios educándoos desde las bases primarias de nuestra escala social: las familias y los colegios, los talleres y las universidades. Las ciudades y los pueblos…

Termino con unas citas bíblicas: “Amaréis al extranjero porque Dios no hace excepción alguna (Deuteronomio), Dios ama a los extranjeros y los defiende (Salmos) y en el Levítico he llegado a leer: “Cuando el extranjero (u la extranjera añado yo) vive con nosotros, en nuestra tierra, no los oprimáis y tratarlos como a vosotros mismos”.

Buen día a todos y todas.

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