Suenan los vientos de la galaxia haciendo reverencias al parpadeo de los cielos tachonados de estrellas y yo me voy, una vez más, a vivir con la idea de que pertenecemos a todos los lados de este pequeño rincón llamado universo. Veo en el mapa nocturno a un vagabundo de costas lejanas y más allá hay tierra. Tierra llena de almas por todas partes. Tierra de rostros con colores distintos pero corazones iguales. En el ámbito de todos hay venas humanas trenzadas en un paisaje de pequeñas cosas cotidianas que se hacen sombra en esta noche callada. Y yo miro el anhelo de correr libremente entre todos (como cayendo de cualquier país) para sentir la historia humana en el centro de mi frente. Pienso. Y noto un efímero pasar ligero de las horas en este mundo transparente y nítido en el cual los corazones crean un instante de comunión conjunta con todo el milagro de la vida.