Amanece y las gotas de rocío me refrescan, me dan vida junto a ti, como a las otras todas tan bellas…
Al poco, los rayos de sol me hacen daño, esas gotas de rocío que cayeron me están quemando.
La resignación forma parte de mi vida, dejarme hacer no queda otra, no tengo otra posibilidad… Como las otras todas tan bellas…
Estoy feliz, ¡muy feliz! Tengo a tu cara frente a mí, tan grande y hermosa, yo… tan pequeña, tan diminuta, tan poquita cosa…
¿Qué te diría? ¿Qué me dirías?
¡Ay! Si supieras que de mi tallo quiero salir, quiero partir… Para estar cerca, aún más cerca de lo que ahora te tengo aquí…
Pero no puedo… no tengo otra manera de vivir, que como siempre aunque con pena, dejarme hacer…
Transcurre el día, ya te me vas… Poquito a poco te veo girar. Triste mi sino, pues a tu cara sólo unas horas puedo mirar. Como las otras todas tan bellas…
Cae la tarde, toda tu cara entre las sombras se me va. Suspiro hondo a ver si puedo, de alguna forma, llamar al sol que tanta envidia me da. Él es tu amor no cabe duda desde que sale tus ojos sólo son para él, y a mí… ni caso soy diminuta, tan pequeñita que ni me ves…
Pasan las horas se va tu vida, triste te quedas ¡Ay qué dolor! Aunque de celos aquí me muera no quiero verte triste mi amor.
Si me escucharas, si tú me oyeses te cantaría una canción, así en la noche ni uno ni otro, ni tú ni yo
tendríamos por compañía la soledad y el gran dolor, pero… no puedo no tengo otra manera de vivir, que como siempre aunque con pena., dejarme hacer…
Miro a la luna, ¿y si me oyera y me arrancara de este calvario que me condena?
¡Luna! ¿me llevas al lado de quién yo quiera?
Y la luna… me escuchó, pero fuerzas no encontró…
Por complacerme y al verme mal, con mucho brío a su amigo el viento fue a buscar.
Era tan grande mi deseo que una suave brisa bastó, para que mi tallo partir y así caer justo a los pies del que algún tiempo atrás me vio crecer…
A la mañana miré a las otras todas tan bellas, tan primorosas en el rosal. Yo… languidecía, moría de sed, pero a tu vera me sentí bien, fue mucho tiempo que desee este momento que al fin logré.
Ya siempre, aunque te gires desde aquí abajo yo te veré, qué bien me siento junto a tu vera con tu calor… ¿serás feliz amor? Me preguntaba… aún a sabiendas que no podrías decirme nada.
Con mi sonrisa, la más hermosa miré tu cara… que con gran pena sólo lloraba preciadas pipas de girasol.
(Una historia más de amor: el girasol y la rosa)
Y qué cosa más bonita y entrañable has escrito mi querida amiga Namari.
Es preciosa.
Un besote