Por ti yo ya no puedo salvarme
del castigo divino por besarte
y en los talleres del alma me condeno
a ser como el humo de la hoguera
que se enrrolla a tu cuerpo luminoso
y ceniza es ya en la madrugada.
Llega el final de la alborada
de este sentimiento rezongón.
Una copa. Una pasión.
Un sabor agridulce en la almohada.
Que la milonga pretende ser partida
del viento huracanado en la tormenta;
que la milonga pretende ser pirueta
del beso girando en torbellino
y yo sintiendo el remolino
de tu cuerpo convertido en humo
saco del paquete un cigarrillo
y fumo… fumo… fumo…