El Sol proyectaba con cansancio sus últimos rayos.
El mar,en calma,reflejaba los tenues rayos como para ayudar al viejo astro a terminar la jornada.
La brisa paseaba por su pelo haciendome más perceptible su delicioso aroma.
-Tengo que marcharme-me dijo mirándome con unos ojos más brillantes que nunca anegados quizá por la tristeza.
Lo entendí todo,le tomé el rostro con ambas manos e intenté tatuar en mi retina su imagen.
Se marchó y yo quedé allí inmóvil ante el horizonte que ahora había adquirido un tono púrpura.
Siempre había deseado enamorarme y ahora maldecía en silencio y con la cara empapada haber conseguido mi sueño.
Me descubrió la luna sentada en la playa solitaria llorando amargamete y maldiciendo mi destino…
Me levanté torpemente, mis piernas se habían dormido y tenía mucho frío ahora que había despertado de mi letargo, me fuí a casa, contenta,alegre,quizá simplemente había sido un mal sueño.
2 comentarios sobre “tengo que marcharme”
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Me gustó mucho por su momento de sentimentalidad manifiesta, exenta de falsedad, muy auténtica y prendida en un dolor subterráneo que aflora a través del instante en que se transmite el sentimiento propio. Un beso, Gema.
El mar se llevará todas las pesadillas Gema. Tiene ese poder. La suave brisa se lo llevará sin que te des cuenta y te levantarás serena. Un beso. Alaia