Estamos muy acostumbrados a ir de rebajas en estos momentos históricos e histéricos en que los del IVA, los de los impuestos, los de los precios de los servicios básicos y los que nos quieren meter miedo ciudadano con sus musculaturas que hasta tatuadas las tienen para ser más monos todavía se creen que vamos a ponernos, como ellos, pieles en el corazón (porque hasta así de gorilas son), con el calor que hace este verano. No. Lo importante es no seguirles el juego y no deslumbrarnos con los escaparates de las paraguayas recién importadas de las antillas holandesas. Lo importante es ser más inteligentes que ellos (lo cual no nos cuesta ningún esfuerzo porque sus cerebros son solo músculo nada más con las neuronas atascadas entre grasa y grasa) e ir a la tienda del barrio a comprar unos buenos racimos de uvas dulces y un buen puñados de peras maduras.
En el sinfín de este asunto milagroso de cada día, no es necesario parecer que somos los mejores comiendo paraguayas holandesas (bastante ásperas por cierto), sino saciarnos de uvas dulces y peras maduras.
En este vivir diario es necesario ser naturales de verdad, para ser los verdaderos protagonistas de la historia diaria; no tener prisa en que la fortuna llame a nuestra puerta y salir a buscar el futuro con el corazón por delante. Deberían haberlo pensado antes porque lo que nunca supieron ni sabrán jamás es que poseemos varias rutas alternativas que nos llevan a lo fantástico y a lo increíble de ver nuestras utopías hechas realidades.
Los canapés están muy bien para las fiestas “glamourosas” que me recuerdan a aquellos guateques caseros en que, para poder contactar con la que de verdad nos gustaba, había que sortear y burlar (burlarse también era sano) a tantas decenas de “pollos musculosos” con bigotitos a lo Benito o bigotes a lo Emiliano (y me refiero, por ejemplo a Mussolini o a Zapata aunque puede que me esté refiriendo, y eso es lo que les confunde siempre, a Juárez o a Escipión o quizás, y eso es lo que les confunde totalmente a dos sonquensus nada más) para, sortando también a las numerosas “carabinas” que nos querían cortar el hilo, poder entrar en contacto con ellq para decirle sólo !hola y adiós!. Eso es más que suficiente… porque lo que ellos no saben es que siempre teníamos a qlguna amiga preparada y ella, que ya nos había echado el ojo, rápìdamente le pedía, en un descuido de los “mussolinis”, los “zapatas”, |os “juareces”, los “escypiones”0y hasta los “conquenses”, nuestro número telefónico.
La historia siempre se repite. Es verdad. Y lo más emocionante es cuando, al final, recibimos la llamada de la que nos gusta de verdad y contactams por teléfono para salir a pasuar al parque, a solas y sin Benitos ni Emilianos espiando, para poderla dar un beso y hacer así0que la utopía se convierta en realidad. Chao a los “musculosos de los “tatoos” o tatuajes… que hasta para eso de poner nombres a lo natural son tan ridículos. !Y qué risa nos entra verles el cuerpo lleno de dragones mientras nosotros estamos cuerpo a cuurpo con0la que de verdad más nos gusta!. Pues eso. Hasta mañana si Dios quiere y si les hemos visto (me refiero a los gorilas du los músculos tatuados) es que ~i nos acordamos.
jejeje… me río por no verles llorar… y es que me da pena la pena penita pena de los penitentes “agorilinados”… jejeje…