Nuestro lenguaje tiene pretensiones de totalidad, como si hubiéramos alcanzado a nombrarlo todo, y no es así. ¿Quién puede expresar en palabras el aroma de los jazmines? ¿Quién puede decir lo que sintió en su primer orgasmo? ¿Cómo se denomina a lo padres a los que se les muere un hijo? La primera pregunta es botánica, la segunda es maravillosa y la tercera es excesivamente triste. Ninguna de las tres tiene una respuesta verbal. ¿Con qué nombre puede decirse nuestro actual sistema político mundial, donde un tercio de la población padece hambre extrema?
Alguno puede suponer que ciertas cosas no tienen nombre, porque … si nomás. Reflexionen sobre el tema. Lo que no se nombra, lo innombrable, indudablemente es porque no … queremos saberlo. No queremos saber una hermosura que nos regala la naturaleza, el aroma de los jazmines, porque no cotiza en bolsa, o porque no sirve para los fines de nadie. No queremos saber eso que es tan secreto e íntimo, y no lo queremos comunicar, por egoísmo, por eso no le ponemos nombre a nuestro primer gozo humano intenso, la primera eyaculación del hombre, el orgasmo primero de la mujer. No queremos mirar el dolor que nos puede pasar, por eso no le ponemos nombre a los padres que se les muere un hijo, si muere un cónyuge, viuda o viudo, si mueren los padres, huérfanos… pero… la pérdida de un hijo es tan dolorosa, que no tiene nombre establecido para los padres que la sufren.
Así como se está trabajando en ciencias duras, con el mismo rigor con que juegan los niños, así… ha llegado la hora que trabajemos para ponerles un nombre… a las cosas que nunca se dicen. Y repasemos la justicia de aquellas que sí se dicen… por ejemplo… “la mujer del prójimo”… ¿qué significa? que la mujer no es de “ella” misma, sino de “otro”… ¿acaso la mujer es una cosa que tiene dueño, y un dueño tan asqueroso que es… otro… y no yo? hay cosas de las que nadie se ocupa. Revisar el lenguaje, por ejemplo. Me quiero avocar a ello. Alguna mujer me lo va a agradecer, ya la tiene cansada el mismo prójimo siempre, quiere ser mía.
3 comentarios sobre “Tentativa para una revisión de nuestro lenguaje falaz.”
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Quizás el verdadero nomobre ya lo sabemos todos. Se llama hipocresía…
Felicidades Fabio.
Así es. No hay, ni existirá jamás,una palabra con la que se pueda denominar a una madre que entierra a su hijo.
Mil abrazos
Doloroso… por cierto. Pero… existe vida en Dios. Abrazos.