Entre caciques de titanio
entre finas hebras de luz neón
recula su presencia febril,
desde donde los giroscopios se retraigan
como dedos de langosta,
vibración redentora,
de inmaculados haces multiformes
disrupción que se riega como nube
exhalando de su vaho
gime en todas direcciones
besando las paredes
en cáustico llanto
¡oh, perdón Euridice!,
¡oh, gracias Gomorra!
del deleite de los senos de la afrodisiaca redentora
me queda el despojo del reino de los sueños.