Érase una vez ( así es como empiezan los cuentos). A lo que iba…..Érase una vez una feliz familia que vivía en una casita en medio del bosque. Padre, madre , sus dos bellas hijas y un perrito llamado Toby.
Toby es pequeñito, blanco y liso, blando como un peluche, y tiene unos ojos sinceros y transidos de amoroso espíritu. Está muy unido a su dueño, ( le llamaremos Luís). Luís es escritor y se pasa muchas horas delante de su máquina de escribir. Tiene muchos libros de cuentos a sus espaldas.
El animal siempre a su lado, mira expectante lo que su dueño plasma a través del teclado. Parece en tender lo que ve, si no le gusta se lo hace saber a Luís con un ladrido. Al final él se daba cuenta que los consejos de Toby le dan resultado, por ello siempre le hacía caso.
Son un par de bohemios, soñadores y medio hippies.
Luís cada vez que habla de su perro se le caen las palabras de cariño hacia el animal.
Una tarde llegó de visita un amigo de la familia. Pedro que así se llama iba acompañado de su mujer y una linda perrita negra con manchas blancas como la nieve, de nombre Pizca.
Enseguida congenió con Toby. Se olisquearon muy concienzudamente mientras sus respectivos dueños les miraban expectantes , esperando la reacción de los dos animales.
Movían sus colas felices, buena señal, pensaron Luís y Pedro. Mientras sus dueños charlaban amigablemente, la pareja de canes salió a darse una vuelta por los alrededores.
Toby le contó a Pizca ( a su manera ) que tenía un árbol especial en el que nunca hacía sus necesidades. A los pies de ese árbol enterraba todos los tesoros que encontraba, era un árbol mágico ( eso se lo explicó su amo Luís). No quería ensuciarlo. Con sus patitas limpiaba su base alrededor del mismo. Lo tenía mejor que cualquier jardinero especializado.
Paseando se adentraron en el bosque más de la cuenta. Corrían, saltaban, jugaban ajenos a los peligros que pudieran encontrar. De pronto el suelo cedió bajo las patitas de Pizca, ¡¡broumm¡¡¡..crash¡¡, ramas, hojas y perrita todo a la vez se hundieron.
¿Quién había hecho aquello?. ….en aquel bosque no había animales dañinos, ni cazadores ¿Cómo demonios había aparecido aquel agujero tan de repente?.
Toby se hacia estas preguntas a la vez que pensaba en como ayudar a la pobre Pizca, la perrita se había roto una pata en su caída, sus lastimosos lamentos herían el corazón de Toby. No la dejaría sola por nada del mundo. Se había enamorado de aquella linda perrita y ni pensamiento de perderla un segundo de vista.
Buscó a su alrededor algún palo o rama que le sirviera para ayudar a sacarla de allí.
El pobre Toby iba de un lado para otro intentando, buscando sin hallar nada. De vez en cuando se asomaba al agujero para hacerle saber a Pizca que no estaba sola, que pronto estaría fuera de peligro.
De pronto vio una cuerda que le podía servir, ni corto ni perezoso la cogió entre los dientes y apretando todo lo que sus mandíbulas se lo permitían, arrastró la cuerda al borde del agujero lanzándosela a la perrita, esta a su vez hizo lo mismo y tirando con todas sus fuerzas se dispuso a sacar de allí a su amada.
Cuando sus fuerzas le flaqueaban, pensaba en el futuro que le esperaba al lado de aquella hermosa perrita, de esta forma los tirones eran más efectivos, ya casi estaba en el borde a punto de un último tirón cuando de pronto apareció aquel hombre de la nada.
Toby sintió que sus fuerzas le abandonaban. Era un vecino de la zona al que no le gustaban los perros. Al ver a Toby en la grave situación en que se encontraba una sonrisa afloró a su rostro.
_Por fin te tengo, no has caído en la trampa que te había preparado pero da igual , te tengo en mis manos y no escaparás.
_Toby tenía un grave problema, si soltaba la cuerda para defenderse del hombre, Pizca caería irremediablemente de nuevo en el agujero, y si no lo hacía el hombre le mataría allí mismo ya que en sus manos llevaba un gran palo dispuesto a descargar golpes contra el.
No se lo pensó .En el momento en que el primer golpe caía sobre su lomo, dio el último tirón a la cuerda. Pizca salió ilesa aunque cojeando, Toby sintió toda la fuerza del golpe y lanzó un quejido que helaba la sangre.
Mientras tanto Luís y Pedro al ver que los perros no estaban y ya era tarde decidieron salir en su busca. Llegaron justo en el momento en que aquel sádico descargaba su segundo golpe sobre Toby. Al verlos salió huyendo dejando un cuadro desolador . Toby estaba muy mal, con sumo cuidado cogieron a los dos perros y los llevaron a casa.
Una vez allí curaron sus heridas con todo el cariño posible. Pizca una pata rota que pronto sanaría y Toby aparentemente no tenía nada roto, solo el golpe que le dejaría magulladuras y dolor durante unos días. Pasaron la noche en vela temiendo por Toby, el perro poco a poco se iba apocando, sus ojos ya no tenían aquel brillo con el que miraban a su amo.
Pizca no se separó de su lado en todo momento, de vez en cuando le daba unos lametones cariñosos para que Toby no cerrara los ojos, le había salvado la vida y estaba en deuda con el, quería que fuera su compañero de correrías y de algo más.
Aquella noche fue muy larga, allí nadie durmió. Pedro y su mujer se quedaron haciendo compañía a la familia en aquellos momentos tan duros para ellos, Toby no era un perro cualquiera. Era un perro “bohemio” como su amo.
Los golpes que le propinó aquel mal nacido destrozaron algún órgano del cuerpo del perro que junto al esfuerzo realizado para salvar a su adorada perrita hicieron mella en el y al cabo de unas horas, justo a punto de despuntar el alba Toby abandonó este mundo. Nadie podía imaginar el desenlace tan trágico, las heridas que tenía no eran visibles, nunca pensaron que moriría a las pocas horas, no daban crédito a lo que estaban viviendo. La familia quedó destrozada y a Luís se le rompió el alma. Pedro no sabía como actuar. Aquel perro murió por salvar la vida de su perrita Pizca, en aquel momento si se encuentra a aquel asesino de perros de frente se lo come. Estaba lleno de furia y triste , muy triste ,al igual que Pizca.
Al salir el sol fueron a darle su último adiós a Toby. Decidieron enterrarlo a los pies de su árbol mágico. Allí se dirigieron, con sumo cuidado depositaron su cuerpo entre las raíces del árbol, lo taparon y en ese instante las ramas del árbol fueron bajando hasta incrustarse en el lugar en que reposaba Toby, de pronto una luz blanca, tan blanca como el pelaje del animal surgió de entre las ramas subiendo hacia el cielo. Los allí presentes dejaron de llorar, ahora sonreían
. Seguros estaban de que aquella luz era el alma de Toby en su viaje hacia el cielo.
A la memoria de Toby , el perro “bohemio”.
Un texto lleno de sensibilidad y muy bien escrito,confieso que una lágrima se me ha escapado mientras lo leía.Un saludo wersemei.
Mil arrullos melodiosos para tu relato Wersemei.Yo también confieso que una lagrimita se me escapó,me ha llegado,me ha llegado.Felicidades!
Wersi: Toby te envía desde “el cielo de los perritos bohemios” su más profundo y saludable beso de animal noble que fue y seguirá siempre siendo en mi memoria. Un besote también de parte mía.