Todo era nuevo en las mentas boreales
del verde esmeralda y el rojo amapola;
todo era nuevo y, a la vez, trapecio de fuego
entre los frutos de los dramas abiertos.
Todo era nuevo en un desbrozar misterios
en la junga rojiverde de este siglo
y, en medio de las colinas ardientes,
todo era nuevo en los párpados de luz.
Todo era nuevo en los abrazos de la tarde
en que el siglo iniciaba su camino
y, en medio de las anheladas fuentes,
brotaba un sonido de caverna antigua.
Todo era nuevo en estos despertares
de surcos desertores de la noche
y, a plena luz, como vida alumbrada,
todo era nuevo en los deltas ramificados.
Todo era nuevo en las razones rojiverdes
del auroral mundo de este siglo
y todo, como nuevo, rezumaba
de savias brillando en la atmósfera.