Un claro interior del porvenir
como puerta de vida y de conciencia
hace que la luz arañe la niebla
y siga hacia delante como sombra de hombre.
Bebe la sed en todos los poemas
del grito profundo por vivir esta existencia
como recuerdo que pasa encendido
en el juego de las lunas dormidas sobre el césped.
La vida es un asunto de ganas de andar
y cruzar rompiendo ondas en el subir y bajar
de las estaciones del curso de los tiempos.
Hay que ver cómo el mundo sonríe
entre los brillos del amor de los astros
y el corazón enamorado de la luz.
Maduran ya las esquinas de la niebla
y no se ve más que el sol flexionando rayos.
El agua habla con los árboles con fruto
como templanza de locura delicada.
Cantan los pájaros y el aire
hace que se muevan las ramas de los almendros
al compás del brillo de los pajonales
y el hermoso calendario de hace un momento
resurge de nuevo para ser presente.
Al país de aquel tiempo que grabó una luna
de amor legendario sobre las piedras
le surgen las hiedras en sus puertas arrinconadas
y se duermen al otro lado de las horas.
Ya no hay desamparo en las antiguas
olas del pasado y aturdido fuego…
y la pasión del silencio caprichoso
se abre para ir junto a las caricias
de la piel con infinitas complicidades.
Para buscar el fondo de las caricias de la luna
se enreda el aire con los besos de la noche.
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