En la verde rama del sueño
se posa una paloma blanca
y en la puerta hay una banca
de una vivienda sin dueño.
La luz se forma de ensueño,
magia, ilusión y esa franca
sonrisa que desatranca
el hacha hincada en el leño.
Hay una paz que resume
todo lo que asume
el poeta que se encarmina.
Y que el banquero sume
el dinero que le consume
mientras el poeta camina.