Remembranzas del encuentro. Remembranzas de la despedida.
Mujer, siento que te he conocido en vano, que nuestros caminos se insinúan con propósitos románticos y sin embargo nuestros corazones no se dejarán nunca guiar en estos falsos caminos predeterminados por inventados destinos, vigilados a la orden de conciliábulos de brujas semejantes a los instintos animales que suelen empujarnos hacia aquestos caminos saturados de ironía con aspectos realmente cómodos y seguros.
Cierta vez según recuerdo, caminábamos por ellos sin preocupación alguna, mas al ver la bifurcación en la que cada uno de nosotros íbamos perezosos, articularse en ese camino tan convincente, nos agitamos y decidimos no cosechar nada en él, dejar de seguir por senderos confinados a la represión del verdadero ser.
Decidiste huir en direcciones aleatorias imposibles de saber su destino final, dejaste el camino simulador de destinos en el que nos hallábamos y te volcaste al limo apantanado que espantaba a los petimetres humanos que se guiaban por señales tramoyistas hacia un final ya conocido. No temiste hundirte ni perderte ya que eso era lo que deseabas: perderte en el vasto mundo de posibilidades y hundirte por fin en el encuentro del anhelado amor que nunca hubieras encontrado en nuestro punto de encuentro que resultó aquella intersección (sin salida).
Yo por mi parte aun recuerdo tu espalda, tu cabello y tu andar precipitado que agitaba mi esperanza desvanecida en tu despedida pre anunciada. Aun camino por el destino cruel esperando otra bifurcación que me lleve al amor y si bien, a ratos siento la necesidad de huir de aquella cárcel que presiento ser ese atroz camino, me resisto al pensar que existe la remota sino gran posibilidad de volver a encontrarte volando sobre yermos, surcando pantanos o esquivando caminos parecidos al que huiste afanosa. El temor de volver a verte y pensar que fue en vano tanta espera, hace coagular mi sangra y sentir desgarrar la piel, no por la falta de amor que te tenga, mas bien por la realidad que existe en tu mirada llena de excesos que inspira en mí desazón.
Lhasa Mirabell nunca paseará en el camino mortal, ella será igual de etérea que tu nombre y vivirá en distintos mundos, diversiones, destinos, vidas y muertes nada parecidas a las nuestras.
Ella nos verá con una sonrisa dibujada en su límpido rostro desde lugares remotos imposibles de encontrar. Sonrisa sarcástica, luego sonrisa romántica.
Nos conocimos en vano, ella nunca podrá ser producto de nuestro fruto ni perderse en nuestros brazos. Lhasa Mirabell nos observa con detenimiento, nos escudriña y piensa. Somos de ella su curiosidad.
Inmoral etéreo
Washington Fernando Calderón
Quito-Ecuador