La vida de Sade, así cómo su obra literaria, has desatado siempre una legión de detractores contrarios a él y un también alto número de defensores yseguidores. Entre los opuestos al Marqués hay numeroso críticos literarios que se han dejado llevar más por las apareincias de la vida personal de Sade (creo que aumentada en mucho su perjudicial leyenda) más que por sus verdaderos méritos literarios y su original filosofía que es necesario analizar con mucha más serenidad. Destacan, especialmente, el crítico Henri Clouard (especialista en literatura francesa) y, sobre todo, y de manera feroz, el también crítico literario Leon Thoorens (autor de “Panorama de las Literaturas”). Entre los defensores de Sade, creo que también de manera desaforada y un poco excesiva (quizás porque los ataques fueron feroces) están, en primer lugar cronológico, los surrealistas franceses.
He aquí la durísima crítica (que yo no comparto porque me parece desmedida y desequilibrada en gran parte) que hace Leon Thoorens sobre el Marqués de Sade:
“Sade es un personaje odioso y repugnante, un anormal sin duda alguna, una inteligencia iluminada por una sola ide a obsesiva para elaborar un mundo de placer especial para seres selectos. El diccionario sólo bosqueja el fenómeno de definir al sadismo: lubricidad acompañada de crueldad, como se habla en los ejemplos de las novelas del marqués de Sade. Luego, algunos autores pretenden que se exageró la leyenda, que él nunca disecó en vivo a una mujer, ni envenenó a cuatro jovenzuelas de equívoca virtud, ni cometió otros excesos. Pero cuando un hombre se complace en las abominaciones que rebosan las historias de Sade y que provoca enseñándolas por todas partes, es difícil suponerle inocente. Molestó a todos los regímenes políticos durante su vida y los gobernantes se limitaron a encarcelarle. Estuvo en prisión la tercera parte de su existencia y por último Napoleón lo hizo internar en el manicomio de Charendon. Al término del “caso Sade” hallamos siempore el castillo aislado con lujosos dormitorios, pero también con mazmorras y salas de tortura. Reina allí un señor todopoderoso, perteneciente a una raza superior, rodeado de parásitos, esbirros y adictos servidores que saquean la comarca para colmar los deseos que se van produciendo en las fantasías del amo, operando sobre el rebaño masculino y femenino, en el que sacia su abyección, su impotencia y su inexistencia humana. De hecho, Sade es una especie de precursor de Freud y un testimonio del trauma que trastorna la conciencia moral de un pueblo: su inventario de perversiones abrió horizontes a la patología sexual e inspiró a multitud de novelistas surrealistas del siglo XX. La lógica de su concepto implícito del hombre y de la sociedad nos lleva directamente a los campos de concentración nazis y a los “palacios de placer” que las SS hitlerianas montaron en ciertos lugares de la Europa ocupada”.
Este brutal análisis, que va más dirigido en sentido personal que realmente a los valores o carencias de la literatura de Sade yo no lo comparto porque dista mucho de ser sensato y bien pensado. Se le pueden criticar muchas cosas y vicios a Sade (lo cual es cierto) o se puede divergir de su filosofía (quie es mucho más profunda de lo que parece aunque yo también disiento de algunos maspectos de ella) pero el tema tiene mucha mayor trascendencia y no debe ser estigmatizado de esta manera tan cruel. Además no hay un análisis de la literatura de Sade ni de su pensameinto, sino solo un ataque igual de patológico que el enfoque que quiere criticar.
Por otro lado, los defensores surrealistas de Sade, también desenfocaron su análisis (quizás para combatir el atroz ataque de Thoorens) pero hay algunas características en sus análisis dignas de tener en cuenta. Los primeros surrealistas franceses denominaron a Sade el Divino Marqués, lo sacan de la clandestinidad y dicen que es un autor único, totalmente normal y sincero, mejor persona de lo que dijeron de él sus detractores, totalmente falto de hipocresía, que se limitó a hacer, en lo personal, lo que todos hacían a escondidas en su épòca, que propuso un nuevo modelo psíquico en la escritura y que fue el digno precursor de Nietzsche y de Feud. Estos defensores fueron, inicialmente, los surrealistas André Breton (El amor loco), Louis Aragon (Los ojos de Elsa), Paul Eluard (Capital del dolor), Antonin Artaud (creador del “teatro de la maldad” con El teatro y su doble), Raymond Queneau (Zazie en el metro), jacques Prévest (Fatras), Benjamin Péret, Robert Desnos, René Crevel…
Particularmente pienso que ambos bandos están en posiciones demasiado extremistas, pero la figura de Sade hay que valorarla en su justa media. Mi opinión -mi pequeño análisis sobre Sade- lo efecdtuaré en la última entrega de esta serie. Me quedan sólo dos capítulos de la misma. El sexto lo dedicaré a la Notas de Investigación que he sacado de la misma y el séptimo lo emplearé en hacer ese sincero análisis. Por supuesto que la libertad de opinión es la más grande conquista de la democracia humana y el debate es abierto para todas las formas y maneras que tenga cada uno de ver la cuestión. Por mi parte deseo una FELIZ NAVIDAD a todos los amigos y amigas del Vorem. Un fuerte abrazo para todos y todas y que lo paséis de maravilla. Y mando un saludo y una felicitación especial para quienes dirigen esta “pequeña pero grande patria llamada Vorem”. Adelante a todos y a todas y sed siempre fieles a la libre comunicación de cualquiera de vuestras ideas que son válidas y valiosas por ser sinceras y honestas.