Al alba, como vidas guardadas en una máquina sin rostro, todo el tiempo es un rato discontinuo, un proceso de almas en descuido brotando en el aliento de un tiempo que se va diluyendo entre los días. A lo largo del viaje entramos mil veces en el rostro de nuestras existencias y somos un insuficiente escape de las rutas adentradas en el corazón de las ciudades. Nuestros ojos miran, nuestras manos tocan, nuestras bocas beben y nuestros pies andan llenos de afán inentendible. ¿Necesidades?. ¿De qué?. Necesidades de todo sin detener el tacto de la memoria. En el regazo de cada uno de nosotros siempre hay un niño, luego un hombre, luego un niño. Binomios de la existencia.
2 comentarios sobre “Un niño, luego un hombre, luego un niño.”
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Al recuperar al niño que hay en nosotros, recuperamos la sabiduría que perdimos al crecer.
Siempre al alba.
Un abrazo.
La madurez es hacer caso al niño que guardas en lo mas profundo de tu alma y que no hacemos caso por los dichosos deberías.El equilibrio, aunque yo no lo he conseguido la verdad, existe y tenemos que vivir la realidad pero también pasar más ratitos con nuestro pequeño y escucharlo porque es sabio.
Un abrazo diesel