Los papeles, todos los papeles tenían necesidad de un cementerio. Caían muertos, o simplemente eran tirados, como elementos inútiles de unas vacías llenas. Los suelos rebosaban suciedad y lluvia y hojas, en otoño. Los vecinos decidieron hacer una colecta y sacar unos eurillos para comprar una gran papelera. La colocaron en el lugar más estratégico del barrio. Los papeles, alfín tenían, su ansiado cementerio. Se llenó la papelera. Los muertos eran tantos que caían a los pies de la papelera golosa. Nadie los recogía. Los vecinos decieron hacer una colecta y comprar una nueva papelera. Y así, la buena voluntad de los vecinos logró llenar de papeleras un arrio lleno de seres saciados de papel. A nadie se le ocurrio recurrir a la buena idea de contartar a una persona que manipulara todo aquel juego. Podría haber sido un ángel llevándose las almas de los papeles a un paraíso de reciclado. Podría haber sido el Profeta del Barrio, deseo de saber quién fumaba cigarrllos americanos.
2 comentarios sobre “Una nueva papelera”
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Sigues manejando a la perfección tu siempre particular estilo que ya es seña de identidad en este Vorem. Ese cementerio de papeles que se nos hace cada vez más “sin límite” en el barrio de nuestras vivencias es todo un símbolo de filosofía urbana. Quizás el Profeta del Barrio no fume o fume precisamente cigarrillos no americanos precisamente… podrían ser quizás chinos o japoneses… proque tienes un estilo propio que dentro de los social siempre y de los urbano posee aromas de orientalidad no por lo que dices sino por cómo lo explicas con sabiduría elemental. Un abrazo. Todavía recuerdo aquella ocasión en la que saliste en mi defensa por un tema ya totalmente olvidado por mi. Olvidado el tema pero no tu acción. Gracias por ello y por tu Profeta del Barrio. En mi Barrio hay otro Profeta que se llama Esencialidad (porque no tiene género precisamente pero tiene presencia perpetua).
¡Ah! redonda papelera, la Kaaba de una Meca de papel.
Me encantó la imagen de la papelera como cementerio al que van los papeles como elefantes a morir. Me gustó también que fuera fruto del esfuerzo colectivo, de la “consciencia” del barrio. El barrio tiene “alma”, el barrio tiene “papelera”, el barrio tiene “cementerio de papeles”.
El Profeta de esta Meca barrial, sin duda lo habrá también.