Una vez una mujer, mucho más “vieja” que yo, me dijo: No creo para nada en esta vida porque estoy fastidiada por todos los lados; me niego a traer hijos a este mundo, Dios no existe y después de todo no hay nada.
Mantuve la calma y le contesté: “Si tan fastidada estás por todos los lados y el valor de la vida no es nada porque no existe nada después de la vida y estás sufriendo tanto y tan desesperada estás ¿por qué deseas seguir viviendo y no tomas la decisión de sucidarte y dejar que los demás querramos vivir porque creemos que merece la pena creer que luego hay vida eterna? Entre creer en la Nada como tú predicas prefiero creer que hay un Paraíso porque así vivo más feliz.
Entonces, viéndose perdida, se le ocurrió amenazarme: ¡Está bien pero yo no te voy a dar más veces de comer porque eres cristiano! Sin perder la calma le respondí: si tienes el valor de decir la verdad dirígete al mundo entero y diles cuándo fue el día o el momento en que yo te pedí ni tan siquiera una migaja de pan. Los ateos materialistas sois tan mezquinos que hasta pedís un precio por lo que regaláis.
He de decirte que Jesucristo profetizö: “Por tanto os digo: No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves que vuelan bajo el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo,vuestro Padre, que está en el cielo les da de comer todos los días. Pies bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves?” (Mateo 6:25-26)
Y también te digo, mujer, que Salmos 37:25 dice en su sabiduría: “Yo fui joven, y ya soy viejo, pero nunca vi desamparado al hombre bueno ni jamás vi a sus hijos pedir limosna”. La mujer más “vieja” que yo tuvo que guardar silencio porque sabía que estaba mintiendo en todo lo que ella decía.
Sabio es dar con la mano derecha pero sin que se entere la izquierda. Si regalas algo que nadie te ha pedido ten la decencia y la dignidad de no pedir nada a cambio de ello.Y se marchó para siempre de mi lado totalmente avergonzada.
(De la vida real).