Satán no tiene ninguna fuerza… sólo son vanos golpes de impotencia sus aberrantes gruñidos de fiera fantasmal. Una pesadilla que sólo hace sufrir a sus propios seguidores. Satán sólo es un fantoche de paja, como espantapájaros sin camino alguno, siempre fijo en un punto de la tierra a expensas del viento que lo va deshojando hasta dejarle solo en una varilla sin más. Satán sólo es la impotencia hecha ídolo. Y quienes lo idolatran jamás son libres aunque se disfracen de muertos vivientes. Satán solo es un perdido en el limbo de la Nada más absoluta, y sus seguidores son como las hojas que bate el viento y luego son barridas por la escoba de los barrenderos y barrenderas para terminar en el cementerio de la materia muerta. Allí tiene él y sus seguidores su final: en el hundido infierno de las tinieblas donde enloquecen sin saber por qué ni para qué ha servido su vida.